Llaman la atención los números del Barça, de nuevo líder en solitario del campeonato español. Su despegue tiene en vilo a los libros de historia. Y no por lo que acostumbra en los últimos tiempos, el catálogo de goles a favor (faceta en la que incluso pese al buen entendimiento Messi-Neymar es superado por el Real Madrid: 20 goles frente a 17), sino por su cada vez más sorprendente portería en contra. Se ha ido Víctor Valdés y los tantos encajados han desaparecido. El chileno Claudio Bravo está a 20 minutos de firmar el mejor arranque azulgrana de todos los tiempos. Son seis jornadas sin sacar un solo balón de la red.
Una barbaridad de dato, que sin embargo puede llevar a equivocadas interpretaciones. De hecho, la corona de esa plusmarca, si finalmente se produce ell sábado en Vallecas, se la pondrán a Bravo en la cabeza. Como es Artola el que la lleva puesta ahora, el arquero al que todos acuden porque consideran amenazado. Pero los registros del Barça no son una consecuencia de la prestaciones de su portero, sino del juego anterior de su equipo o incluso de la falta de ambición de sus adversarios. O el Barça defiende de cine o su montaje de fútbol protagonista tiene cerradas las puertas del contraataque a sus rivales o éstos ni se atreven a intentarlo. Pero no miren demasiado a su portero.
Porque Bravo, igual que presume de su imbatibilidad, lo que le convierte en el mejor del curso y en breve de la historia, también lo hace de poco trabajo. En la lista de paradas de un campeonato con 20 equipos, Claudio Bravo ocupa exactamente la vigésima posición (sólo los metas utilizados por el Sevilla han sumado menos intervenciones). El chileno aparece en el ranking con tan sólo ocho paradas. Es un espectador más de los que asisten al ilusionante y novedosos proyecto Luis Enrique. Y, sin embargo, sin sacarse las manos de los bolsillos, está a veinte minutos de entrar para siempre en el archivo del fútbol.
El éxito del nuevo Barça no reside en su poderosa capacidad ofensiva (de hecho ante el Málaga acabó sin un solo remate a favor), sino en lo poco que le llegan. No es que no le metan goles (ninguno frente a los 15 que por ejemplo ya ha recibido el Depor), sino que no le rematan (39, al que menos con diferencia de la Liga; por 73 por ejemplo el Madrid). Y ese dato, enfrentado al de la posesión (69,6% de posesión, más que nadie; el que le sigue, el Madrid, suma 59,1%), confirman el tópico: la mejor defensa a menudo es un buen ataque.