Entró de oficio el Comité de Competición y se armó el belén. Mientras el periodismo vociferante aseguraba horas antes con pelos y señales, siempre "de fuentes bien informadas", que no habría represalias con los jugadores culés por sus insultos a la grada, Competición decidió que todo el monte no es orégano y afeó la actitud de los cracks azulgranas en un hecho sin precedentes.
Rompiendo su habitual silencio por una vez, el Comité no miró para otro lado y se remangó en un feo asunto en el que no deja títere con cabeza, a través de un comunicado que firmaría cualquiera que no lleve una bufanda enroscada al cuello mientras escribe:
- “Sin que nada justifique o ampare la indecorosa reacción de una serie de energúmenos, no debe pasarse por alto el reprochable comportamiento que muestran algunos jugadores del Fútbol Club Barcelona al dirigirse con ciertos gestos y expresiones hacia el público durante la celebración del gol que acababan de anotar. Tampoco constituye precisamente un ejemplo de deportividad la exagerada reacción de algunos jugadores del referido club que, sin haberles llegado a alcanzar ninguna botella, simulan o fingen de forma simultánea haber sido golpeados igualmente por un objeto mucho más contundente que la botella que alcanza a uno solo de ellos. Ni unos ni otros hechos deberían acontecer en una competición deportiva, en la que debería imperar en todo momento el recíproco respeto y buena lid entre jugadores y aficionados”.
Comienza atizando "a los energúmenos del Valencia por su indecorosa reacción" y a los jugadores del Barcelona, hasta en dos ocasiones. La primera por el "reprochable comportamiento que muestran algunos jugadores del Fútbol Club Barcelona al dirigirse con ciertos gestos y expresiones hacia el público". En román paladí por insultos en la celebración de Neymar mandando literalmente "a tomar por culo" a los aficionados rivales. A consecuencia de lo cual un energúmeno se tomó la justicia por su mano, en una acción intolerable.
La segunda, por la actuación coral de cinco jugadores azulgranas que simulan ser golpeados por una botella de agua vacía, con la consiguiente sorna del personal tras evidenciarse en televisión que, al menos a cuatro ni les roza. La grosera simulación ha provocado el tirón de orejas de Competición al advertir: "Tampoco constituye precisamente un ejemplo de deportividad la exagerada reacción de algunos jugadores del referido club que, sin haberles llegado a alcanzar ninguna botella, simulan o fingen de forma simultánea haber sido golpeados igualmente por un objeto mucho más contundente que la botella que alcanza a uno solo de ellos".
Por esto el Barça se siente humillado por el Comité, considerando que el comentario es “reprobable y abusivo” y convierte “en culpables a las víctimas de un comportamiento claramente condenable que se expresó en múltiples formas antes, durante y después del partido: expresiones ofensivas, descalificaciones al árbitro por parte de personas y medios del Valencia CF, lanzamiento de objetos…”. Y termina por desafiar a los miembros del Comité de Competición, de los que espera a partir de ahora que “analicen y juzguen la corrección de la forma en la que los equipos celebran todos y cada uno de sus goles”.
En realidad este episodio lo único que hace es retratar el estado esquizoide del fútbol, quizá del país. Un club al borde del estado de nervios como el Valencia, otro que no se avergüenza de unos futbolistas que insultan a los aficionados y simulan en grupo una agresión que no es tal, una prensa que roza el hooliganismo tanto de una orilla como de la otra... Y también a un Comité que se aventura a explayarse en explicaciones, pero no se atreve a sancionar a esos pesos pesados que denuncia. Más decisión y menos letra.
El Comité sienta precedente al intervenir de oficio denunciando la actuación de macarras, farsantes y voceros. Una polémica, por cierto, que viene muy bien para para alimentar el morbo en una semana huérfana de fútbol al descansar Liga y Champions. Si alguno quisiera prolongar esta pantomima, aún podría acudir a Apelación. El caso deja muchas preguntas en el aire: ¿Qué fue primero el botellazo o el insulto? ¿Es más condenable simular o agredir? ¿Cuánto de fiables son las fuentes de algunos periodistas? ¿Y si el Comité llevase razón y todos fueron 'culpables' en este episodio deplorable?