Cristiano Ronaldo atraviesa por su peor momento en el Real Madrid. Los goles ya no son argumento suficiente y tras seis temporadas, abre la puerta a una salida del club. Eso delatan los movimientos de su agente, quien sondea el mercado buscando alternativas porque el futbolista se ha cansado de Madrid. El delantero mantiene una fría relación con el presidente, una convivencia con el vestuario salpicada de roces en este final de temporada y está muy decepcionado con el trato de los aficionados. Por no hablar de su inexistente trato con la prensa. Una atmósfera que ha empujado a plantearse que ha llegado la hora de marcharse.
Cristiano mantiene una relación casi inexistente con Florentino Pérez desde que éste le desafió a traer el dinero de su cláusula de rescisión "para fichar con ella a Messi". Aquella contestación se produjo en el marco de una negocación de mejora de contrato que finalmente se produjo. Pero la relación quedó seriamente tocada por aquel episodio, ya que Cristiano nunca ha olvidado el desplante por su rivalidad con Messi. Tampoco le hizo ninguna gracia escuchar cómo el presidente le pedía que ayudase a Bale "porque será el futuro Balón de Oro". Sobre después de que el mismo Ronaldo retase a Messi durante la recogida de su tercer Balón de Oro. Segundos antes de deleitar al públcio con su particular grito de celebración. Gesto muy comentado e incluso criticado por algunos de los presentes, como Thierry Henry. La relación con Florentino ha llegado a tal punto, que en el acto celebrado el martes de uno de los patrocinadores, Cristiano se situó en una de las esquinas de la foto de la familia y ni se dignó a saludar a Pérez.
Su relación con el vestuario ha vivido varios desencuentros en las últimas semanas. Roces que, sin ser irreconciliables, demuestran que tiene los nervios a flor de piel. El día de la eliminación ante la Juventus tuvo sus más y sus menos con Sergio Ramos, quien le echó en cara que sólo miraba por sí mismo y su "golito", en lugar de trabajar por el equipo. No fue el único roce. Según ha podido saber Vozpópuli, también tuvo una discusión subida de tono con Bale, al que acusó de individualista porque no le había asistido en una jugada. El galés no se mordió la lengua y le echó en cara el mismo argumento que Ramos. Días después, en el partido e Liga ante el Espanyol, fue Pepe quien rebajó su euforia en la celebración del hat-trick logrado en Cornellá mientras el Real Madrid perdía la liga por la victoria del Barcelona en el Calderón. Roces que demuestran que su individualismo no está bien visto por sus compañeros, especialmente en los momentos en los que resultados colectivos no acompañan. El día del partido de vuelta ante el Schalke las cámaras cazaron a Cristiano criticando el juego de sus compañeros. "¡Qué vergüenza!", comentaba Ronaldo a Benzema. Al final del partido Iker Casillas, en calidad de capitán obligó a un Cristiano malencarado a saludar al público y agradecerle el apoyo.
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El divorcio con la grada viene de largo. Se ha asentado en un sector de la afición la creencia de que Cristiano sólo golea en partidos intrascendentes, desapareciendo en los encuentros decisivos como el de la Juventus. Y eso se ha comvertido en pitos al portugués. Silbidos cuando peca de individualismo en la conclusión de las jugadas o cuando falla en los habituales lanzamientos de faltas. El asunto alcanzó su punto de inflexión el 16 de marzo, en el partido de Liga ante el Levante. El portugués se mostró ansioso y frustrado por no aprovechar las ocasiones ante un rival accesible, sobre todo por la alarmante progresión goleadora de un acechante Messi. En el minuto 36 de la segunda parte, el Real Madrid realizó una larga jugada de ataque que concluyó con un disparo desviado. En ese momento la grada comenzó a pitar al equipo y Cristiano se quedó mirando desafiante al público, dedicándole la expresión portuguesa "Foda-se" (algo así como 'hay que joderse'). Su entorno advierte que ese día fue el que convenció definitivamente a Cristiano de que sus días en el Real Madrid tocaban a su fin. El portugués se marchó decepcionado con una afición a la que ha regalado 310 goles, convirtiéndose en el segundo máximo goleador de la historia del Real Madrid, a 13 goles de Raúl.
Con la prensa la relación es inexistente. Nunca fue un jugador que especialmente accesible, pero todo saltó por los aires la noche del 9 de febrero. El Real Madrid había sido humillado por el Atlético en el Vicente Calderón, al caer por 4-0. El equipo blanco realizó un partido lamentable del que no se salvó el portugués. Horas después Ronaldo celebraba su 30 cumpleaños en una cena en el restaurante In Zalacain de la madrileña urbanización de La Finca. La fiesta, que duró hasta altas horas de la madrugada, contó con la presencia de 150 invitados, entre ellos Marcelo, Pepe, James, Keylor Navas, Khedira y Modric. Y fue amenizada por la actuación del cantante colombiano Kevin Roldán, uno de los favoritos del futbolista, y el culpable de que corrieran como gasolina las fotografías de la fiesta por las redes sociales. Los informativos abrieron con imágenes de la fiesta, algo que llevó a Cristiano a tomar la decisión de no comparecer más ante los medios de comunicación desde entonces. Los mismos medios que días después confirmaban su ruptura con Irina Shayk, separación que sus abllegados consideran decisiva para explicar lo vicido por el portugués en el final de temporada.
La situación de crispación que vive el futbolista también se ha dejado ver en el campo. El 24 de enero agredió a un rival del Córdoba en el minuto 82 de partido a la salida e un córner. El portugués vio la tarjeta roja y se marchó del césped de El Nuevo Arcángel sacando brillo al escudo de club campeón del mundo. Un gesto poco afortunado, la agresión y el del escudo, que luego trató de limpiar pidiendo disculpas con un tweet.
Pido disculpas a todos y especialmente a Edimar por mi acto irreflexivo en el partido de hoy.
— Cristiano Ronaldo (@Cristiano) January 24, 2015
No hay mucho mercado para estos cracks de sueldos astronómicos, pero en las oficinas del Real Madrid hay voces que sostienen que es el momento de vender al futbolista y recuperar la inversión, una vez que se ha amortizado el coste del jugador. El Real Madrid pagó en su día 94 millones de euros al Manchester United y ese sería, a priori, su precio de traspaso. 94 millones por un futbolista de 30 años que arrastra una tendinitis rotuliana que lejos de regenerarse irá lastrando su juego, que precisamente se basa en su potencia física. Tema especialmente peliaguado, el de las recuperaciones de los lesionados, en el club blanco, donde los jugadores prefieren tratarse fuera con ponerse en manos del doctor Olmo, conocido en el vestuario como el 'doctor Estiramientos'.
Cristiano suma seis temporadas en Madrid, el mismo ciclo que agotó en Manchester United antes de emigrar al Real Madrid. Cristiano no ha escondido sus intenciones de retornar a Old Trafford, porque considera el United su casa. El jugador mantiene una comunicación fluida con Sir Alex Ferguson, al que considera casi un padre, y mantiene contacto con muchos compañeros de vestuario de su etapa en el club. De hecho, los medios ingleses han informado de alguna visita fugaz del luso a Manchester para encontrarse con sus amigos. Pero su regreso al United parece complicado en estos momentos porque no entraría en los planes de Van Gaal. Parece que las posibilidades a día de hoy se centrarían en los petrodólares de los jeques del Manchester City y PSG. La primera posibilidad parece complicada porque el propio Cristiano se niega a vestir los colores del archienemigo del United. París no sería un mal destino, una Liga en auge y un club que se ha instalado en la aristrocracia del fútbol continental y de la Champions. Un club en el que pelear por títulos y balones de Oro como el que Florentino quiere que gane Bale.