Ganaba Croacia 2-1 a la República Checa, cuando desde el fondo de los aficionados croatas algunos lanzaron varias bengalas que, ardiendo, cayeron sobre el césped.
El partido se detuvo y cuando uno de los operarios que retiraban los artefactos incendiarios se acercó demasiado al fondo, una enorme explosión retumbó en el estadio. El hombre se cayó al suelo y se temió lo peor.
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Por fortuna, fue solo un susto. Suficiente para amedrentar incluso a los violentos, que comenzaron a desalojar la grada intentando escurrir el bulto ante otra acción violenta que abochorna a la Eurocopa, a Francia y a toda Europa.
El partido se reanudó, los checos empataron y la cafrada de los radicales croatas perjudicó a los suyos. El goleador croata Ivan Rakitic era muy claro al concluir el partido: "A ver si podemos jugar contra España. Tal vez nos tengamos que ir para casa por esto. No jugamos a puerta cerrada por casualidad". Por su parte el seleccionador Ante Cacic se mostraba avergonzado de parte de su hinchada: "Son terroristas del deporte, hacen lo que quiere. Eso nos duele mucho".
