Por desgracia para la corrección, la frase que queda del derbi es la que pronunció Ancelotti. Ese mentiroso “el Atlético intentó poner el partido violento” con el que el italiano se abrazó al periodista que le preguntaba. Es el mensaje que exportó al mundo el partido, porque quien habla es el entrenador del Real Madrid y se le escucha. La síntesis del duelo vecinal que compraron sus seguidores y los medios extranjeros que no se ocuparon demasiado de contemplar el partido. Pero Ancelotti mintió, deformó a sabiendas la realidad, quién sabe por qué.
No fue un partido ni peyorativamente caliente. Mucho menos, desde luego, que el de la ida de la Copa del Rey, al que entonces, no hace tanto, el técnico italiano paradójicamente aplaudió. “Estoy orgulloso del comportamiento de mis jugadores”, afirmó cuando se le preguntó por las agresiones a Diego Costa (el mocazo de Pepe y el cobarde pisotón por detrás de Arbeloa), los lances malintencionados que ensuciaron un encuentro que el Madrid conquistó con agresividad, intensidad y subido de temperatura. Un ejercicio para el que, según la nueva versión de su entrenador, el Madrid no está capacitado.
No tuvo el Atlético un comportamiento violento el domingo. Pero posiblemente era lo que el Madrid se esperaba, convencido de que los rojiblancos le iban a tratar de aplicar una vendetta por las heridas coperas. Y quizás de ahí la frase impostada del entrenador italiano. Y de ahí quizás la teatralidad de Pepe, desenmascarada por la televisión. Y de ahí quizás ese gesto provocador y sin gracia de Cristiano tapándose la cabeza al abandonar el Calderón. Tal vez el Madrid se preparó para una batalla y se encontró simplemente frente a un intenso partido de fútbol, brusco si se quiere. Y por eso, sus tretas agitadoras no le sirvieron. Al contrario, le alejaron de la posición dominante que alcanzó cuando se dedicó a mover la pelota y jugar al fútbol, al principio y al final del encuentro.
El matonismo de Burgos lo sufrió el árbitro, y contra sus decisiones iba el bote de cerveza que un energúmeno lanzó desde la grada, las acciones de las que deben avergonzarse los atléticos. Pero el Madrid no fue víctima de ningún maltrato. Quizás Ancelotti tenía demasiados errores personales que ocultar. Y por eso prefirió ensuciar el ambiente con esa frase falsa por la que ya se recordará el derbi. Entra dentro de lo normal que pronunciara ese “el árbitro estuvo bien”. Aunque fue más honesta la posición de Ramos reconociendo que lo suyo sobre Costa fue penalti, ese tipo de mentirijillas se dan por descontadas. Pero acusar de violencia en falso a un rival es un delito mayor, del corte de fingir una agresión. Y aunque el contrario no lo denuncie (está Simeone marcando una saludable política de no permitir distracciones con las excusas y las polémicas), igualmente le descalifica.