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El noble arte promete carnicería

  

“Será una carnicería”, promete en rueda de prensa ‘Maravilla’ Martínez, campeón vigente y candidato a juguete roto, a propósito de su próximo combate contra Miguel Cotto el 7 de junio en Nueva York por el título mundial. Quedan meses aún, pero en el boxeo, noble arte lo llaman encima, se trata de ir cebando el ansia sangrienta de los cómplices  espectadores. Y como remate, el púgil argentino augura que su rival saldrá volando del ring hasta la cuarta fila. Toda una tentación para estimular el sadismo impaciente de sus fieles, a quienes se les hace la boca agua de sólo pensar en la literalidad de las declaraciones. La frase es escandalosa, como en sí lo es ese mal llamado deporte. Pero entre los que miran para otro lado y los que lo fomentan, la cita pasará de largo o incluso será enmarcada y colgada en algún salón. Es el boxeo, esa asignatura que a la civilización aún le queda por superar.

Más general es el desprecio a otros puñetazos que sin reglas que los cobijen se están reproduciendo con impune frecuencia en escenarios aparentemente más saludables y por donde circulan menos billetes. En partidos de fútbol que juegan niños de diez y once años o en encuentros de tercera regional, como el que Vozpópuli denuncia aquí arriba. Palizas brutales que reciben los árbitros de padres espectadores o de los propios jugadores. Episodios vergonzosos a ojos de todo el mundo y que sin embargo nadie acierta a poner freno. Delitos que necesitan de una vez duros castigos y una urgente revisión de las conciencias. Porque así no se puede seguir.

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