Si el protocolo y los doctores de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) no hubiesen obligado a Fernando Alonso a someterse a un exhaustivo control, el piloto español se habría subido este viernes a su McLaren en los entrenamientos libres del GP de Bahréin. Las sorprendentes circunstancias que rodean de nuevo a un accidente del asturiano -ya ocurrió con el percance de Montmeló en febrero de 2015- provocan incertidumbre, extrañeza y muchas preguntas.
¿Cuáles fueron exactamente las lesiones de Alonso en Australia?
Han tenido que pasar dos semanas desde el brutal accidente para que, gracias a los médicos de la FIA, se conozcan las lesiones más importantes que sufrió el ovetense: una fractura en las costillas que le provocó un neumotorax.
La web de la Clínica Dam define el neumotorax o colapso pulmonar como "la acumulación de aire en el espacio que rodea los pulmones. Esta acumulación de aire ejerce presión sobre el pulmón, de manera que no se puede expandir tanto como lo hace normalmente cuando usted inspira. Un colapso pulmonar puede ser el resultado de un traumatismo torácico, como heridas con arma de fuego o con arma blanca, fractura de costillas o después de ciertos procedimientos médicos".
Según desveló el propio Alonso en la rueda de prensa de Bahréin, "el neumotórax se ha ido, pero tengo una costilla fracturada y hay un riesgo de que haya problemas porque las Fuerzas G pueden hacer que fuera a peor y no es como tener una pierna rota".
¿A qué se debe tanto ocultismo?
Ni Fernando Alonso ni un equipo histórico y supuestamente serio como McLaren-Honda dijeron nada ni emitieron un mínimo parte médico sobre el verdadero estado del piloto. Todo se limitó a unas declaraciones de corte familiar del asturiano: "Me duele un poco todo, sobre todo las rodillas, pero estoy bien".
¿Por qué viajó Fernando a Bahréin?
Cuando la persona que padece esas lesiones es de constitución fuerte -muy fuerte en el caso de Alonso-, el mejor y único tratamiento es el reposo (junto a algún medicamento para el dolor y la inflamación, si la hubiera).
Es difícilmente comprensible que nadie del entorno del piloto ni de la poderosa escudería McLaren analizase con criterio el estado de Fernando y evitase los desplazamientos, vuelos, etc. hacia Bahréin cuando precisamente cualquier movimiento provoca dolor en la zona afectada.
¿Nadie le pudo persuadir antes para que no se subiese al coche?
"He pasado día de dolor, pero estaba listo para aguantar en el coche para asegurarme que podía correr". La frase de Alonso en rueda de prensa es una declaración de intenciones de alguien apasionado por su profesión, pero que a la vez se comporta de forma temeraria.
Se repite la misma duda de antes: ¿no hay nadie más que los médicos de la FIA con capacidad de persuasión o mando para ordenarle quedarse quieto hasta estar completamente restablecido?
¿Qué podría haber pasado si decide pilotar?
"No pensamos mucho sobre el riesgo. Incluso ahora que tengo la costilla rota y estoy con algo de dolor, que me hace complicado dormir a veces, me gustaría subirme el coche y ver cómo evoluciona el dolor. Esto es un deporte de motor, puede pasar cualquier cosa y asumes el riesgo". En este punto las declaraciones de Alonso ya suenan incluso irresponsables.
Porque con dolor y sin haber descansado convenientemente, estaba dispuesto a subirse a una máquina que supera los 300 km/h. ¿Es admisible ese riesgo para sí mismo y para el resto de pilotos?
¿Cuándo volverá a subirse a un coche de F1?
"Hay muy pocas opciones de que esto sea un riesgo en el futuro, pero queremos pilotar con riesgo cero. En los próximos días la costilla debe estar bien". Alonso parece haber aprendido la lección y se muestra dispuesto a ser más prudente en lo sucesivo, pero ¿se puede uno fiar de sus palabras?
¿La presión de obtener resultados puede afectar a Fernando?
Piloto veterano y ponderado por toda la parrilla como uno de los más serios y fiables de la F1, ¿cómo llega Alonso a asumir tanto riesgo propio y ajeno?
El ovetense lleva varias semanas reconociendo su ansiedad por sentarse en el McLaren para comprobar -y acelerar- el desarrollo de un coche que el año pasado fue un auténtico fiasco. Pero de ahí a ocultar lesiones e incluso intentar aguantar el dolor para disputar una carrera al límite durante dos horas parece un tanto excesivo. Incluso preocupante.