La emoción que embarga a miles de personas en un estadio cuando el balón atraviesa la línea de gol se ha tornado un apoyo para algunas personas aquejadas de demencias o alzhéimer tras participar en un taller en el que hablan de fútbol para rememorar instantes de sus vidas.
La terapia, que nació en Escocia hace cinco años, bucea en la vinculación entre los recuerdos que se tienen del fútbol con la situación que viven personas con deterioro cognitivo, según afirma Juan Mari Zorriqueta, presidente de la Federación Española de Asociaciones de Futbolistas Veteranos (FEAFV).
"El fútbol tiene algo especial, en unos países más que en otros, pero sí son cosas que están en la piel y brotan; es increíble"
El también exjugador del Athletic Club de Bilbao ha introducido el taller de Málaga, primera ciudad del sur peninsular que acoge esta actividad tras la celebración de otras quince en todo el país, que será seguida por Logroño y Vigo, entre otras.
"El fútbol tiene algo especial, en unos países más que en otros, pero sí son cosas que están en la piel y brotan; es increíble", señala Zorriqueta, que explica que "el fútbol es más que el propio deporte, es un sentimiento compartido. Todo aficionado, por diferente que sea, está por lo mismo, por ese balón".
A través de diversos juegos y recuerdos se configura un equipo con los participantes, donde el cuerpo técnico son exfutbolistas -como Ben Barek o Koke Contreras en la sesión malagueña- capitaneados por una dirección psicológica, dependiendo de dónde se celebre el taller.
"La grandeza del fútbol es esa: cada uno podemos tener distintos colores pero nos une algo en común, el amor por este deporte"
Rocío Azuaga, la "entrenadora" y psicóloga de la residencia donde se celebra el taller costasoleño, indica que el beneficio es "a nivel emocional, porque la nostalgia y los recuerdos no tienen siempre que ser tristes. El fútbol evoca sentimientos muy positivos y estimula la memoria: es gimnasia mental".
Este programa de reminiscencia, que consta de doce sesiones repartidas en tres meses -una por semana-, revela que los recuerdos del fútbol tienen gran potencia para emocionar, para hacer rebobinar y llegar a cosas que parecían olvidadas, pero que siguen ahí, incluso en personas con demencias muy serias.
La grandeza del fútbol
El coordinador nacional de estos talleres y antiguo jugador profesional, Andoni Ayarza, afirma que el balón, que es el símbolo de este proyecto, es lo que "nos ha unido -dice-, a nosotros como exfutbolistas y a ellos como aficionados al fútbol".
"La grandeza del fútbol es esa: cada uno podemos tener distintos colores pero nos une algo en común, el amor por este deporte", manifiesta Ayarza, por lo que intentan empezar "a engrasar esa maquinaria que es la memoria y poner en paralelo su vida (la de los enfermos) con el fútbol".
Los participantes, que en determinadas ocasiones no recuerdan cuántos hijos tienen o si son abuelos y entre los que también hay mujeres, "de repente ven la foto de Zarra o de Di Stéfano y se emocionan", o "rememoran que se casaron el día anterior a la final del 2 de julio de 1967, en la que jugaban en el Bernabéu el Athletic contra el Valencia".
Esa precisión, que sorprende a Ayarza "porque te cuestionas cómo una persona con este problema cognitivo puede acordarse perfectamente de eso", demuestra que el recuerdo "lo lleva grabado y que estos talleres le ha servido para sacar eso y otras memorias asociadas".
Recovecos de la cabeza, recuerdos que afloran y gestan un sentimiento de felicidad por tener en el fútbol "una capacidad de menear emociones como pocas cosas".