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Casillas no tiene solución

  

No hace mucho levantaba el brazo para rascarse y evitaba un gol. Iker paraba lo parable y lo imposible. Y si no, el azar le echaba un cable. La llamada flor. Ahora si una paloma sobrevuela el Bernabéu y evacua, ya puede estar repleto de espectadores que es al portero a quien le cae el regalo encima. Todo se le tuerce. Antes le temían los adversarios y le quería todo el mundo. El propio Casillas se tenía un cariño extremo y una confianza infinita. Hoy es un guardameta frágil y temeroso, desconfiado de sí mismo. Pero ni siquiera todo eso es lo peor.

El madridismo, o una parte muy ruidosa de esa religión, le odia. Y no le perdona una, ni siquiera una lesión. Un percance extraño y poco frecuente entre los cancerberos, un dolor que los expertos atribuyen más a la cabeza que al golpe en sí, le obligó a dejar precipitadamente el campo en Estambul el día que recuperaba la titularidad. Y su legión de detractores, integrada al completo por seguidores blancos, teóricamente los de su bando, no le creyó. Le acusó de borrarse o simplemente se carcajeó. Y el caso es que incluso  asomaron profesionales que se posicionan junto a la tesis aparentemente fanática de la teatralidad o el miedo.

En las reuniones que Florentino Pérez está realizando estos días con compromisarios, el presidente ha podido palpar cómo la mayoría de esos seguidores, que no son precisamente ultras, no están muy del lado del hasta hace dos días considerado mejor guardameta del mundo. Están con Diego López y por extensión, porque así quedó establecida la división en el origen por Mourinho, contra Iker. Con uno y contra el otro, o viceversa, no hay termino medio en este delirante asunto de la portería del Madrid.

Ya se han producido los suficientes episodios como para concluir que el asunto es irreversible. Alrededor de Casillas se ha desatado una cruenta guerra civil que está afectando al Madrid y que al protagonista lo está destrozando. Si juega hay lío, si no juega hay lío, si se lesiona hay lío, si le convoca la selección hay lío, si algo sale en la prensa hay lío, haga lo que haga hay lío. Y lío en casa, con su propia gente. Ni es fácil de llevar ni lo está logrando. Casillas necesita un psicólogo, dice el Loco Gatti. Pero posiblemente necesita algo más. Necesita irse. Y cuanto antes. Ya da igual si su caso es justo o no. La cuestión es que dentro del Madrid ya no tiene solución.

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