Los guiños de Zidane a Isco Alarcón han mitigado la rebelión emprendida por el jugador malagueño durante la fugaz etapa de Rafa Benítez en el Real Madrid. Sin embargo, y pese a seguir deslumbrando en el terreno de juego con el puesto de titular asegurado todavía no se ha resuelto un asunto capital para Isco: su mejora de contrato. El internacional del Madrid se siente maltratado a nivel salarial y aún no ha conseguido elevar su ficha pese a ser uno de los futbolistas más cotizados de la actual plantilla. Los 5 millones brutos de salario fijados en su contrato cuando firmó en 2013 se antojan escasos frente a las fichas de otros compañeros con menos peso e intervenciones aunque más brillo mediático.
La amenaza de salida era inminente en este mercado invernal. El cambio en el banquillo ha atemperado su irrefrenable deseo de cambiar de aires y lanzarse a la aventura de la Premier. El cariño de Zidane ha calmado en gran medida a un Isco que ahora está por delante de James en la competencia por un puesto en el once y recupera galones en el juego que pretende el técnico francés. Sin embargo, la sombra de Manchester City o Chelsea es alargada y podría precipitar los acontecimientos en el próximo mercado veraniego.
Isco quiere cobrar más. Se siente feliz porque por un lado la grada del Bernabéu le idolatra, se sabe cotizadísimo por los grandes clubes del viejo continente y sabe que se juega la participación en la Eurocopa, por lo que necesita rendir y tener continuidad en el Real Madrid. Pero su felicidad no es total porque queda pendiente resolver su ficha con un aumento acorde a su nivel. Ya hubo contactos para acometer la mejora y ponderar a Isco como uno de los grandes futbolistas de la plantilla madridista, pero el presidente aún no ha respondido. La mejor apuesta por un jugador español de Florentino Pérez, que siempre ha preferido la inversión en jugadores extranjeros, puede salir del Bernabéu si no se atiende su petición. Se le prometió retocar su contrato antes de 2018, fecha en la que expira su vínculo, pero ésta se antoja muy lejana para las pretensiones de una de las grandes joyas madridistas