Cuando Vladímir Putin vendía las ventajas que tendría celebrar unos Juegos Olímpicos de Invierno en Rusia seguramente se le olvidó anunciar que su presupuesto se multiplicaría por cuatro una vez llegados al término de la obra. El presidente ruso anunció en Guatemala -en una cita para designar la sede para celebrar los Juegos- que el coste sería de 12.000 millones de dólares. A día de hoy se sabe que celebrar esta cita en Sochi ha costado la friolera de 50.000 millones de dólares, cuatro veces más que el presupuesto inicial, 25 veces más caro que lo que costó la celebración en Salt Lake City.
En una información publicada hace días por la agencia Efe, los de Sochi serán los Juegos Olímpicos más caros de la historia. Su coste supera ampliamente a las anteriores citas invernales, organizadas por la ciudad canadiense de Vancouver (8.300 millones), y también a los de verano de Pekín 2008, cuyo coste ascendió a 42.000 millones de dólares.
En concreto, un líder opositor ruso ha creado un informe en el que demuestra que Sochi ha costado lo mismo que todas las ediciones de los Juegos Olímpicos de Invierno juntas. Además, estima que el 99% de las inversones corren a cargo del Gobierno ruso y no de entidades privadas como anuncia Putin a bombo y platillo. Dice, para más sorna, que serán los ciudadanos rusos los que soporten esta carga.
Precisamente ellos, los vecinos de Sochi, denuncian que han vivido auténticas pesadillas porque han derribado sus casas para crear una Villa Olímpica con todas sus facilidades sin recibir nada a cambio para que a los deportistas no les falte de nada, mientras que a ellos les falta de todo. Por su parte, Human Rights Watch denuncia que Rusia ha fallado porque "no ha sido capaz de respetar los derechos humanos básicos".
¿Por qué son los más caros?
Un equipo de periodistas de Vice se desplazaron hasta la zona para dar respuesta a la pregunta sin hallar ninguna solución convincente por parte del Gobierno ruso o de los responsables. Desde la oposición a Putin creen las Olimpiadas son un efecto secundario de la corrupción y que los contratos han sido concedidos a amigos del presidente. Preguntados los responsables de las instalaciones por la procedencia de estos gastos todos son tajantes y acatan el discurso de negar cualquier implicación con la corrupción. Si bien es cierto que algunas instalaciones tuvieron que construirse desde cero, otras, como muestran los creadores de la rampa de saltos más cara del mundo, alegan "dificultades del terreno" para justificar el sobrecoste.
Unas dificultades que no han impedido crear una Villa Olímpica con habitaciones para los deportistas tres veces más grandes de lo que estipula el COI. Pero el verdadero precio de los Juegos, según denuncia la oposición al Kremlin y organizaciones como Human Rights Watch, se ha cobrado en sobornos, expropiaciones forzadas, explotación de trabajadores y daños medioambientales. El Comité Olímpico Internacional ha dicho que investigará la supuesta malversación de fondos, pero ha asegurado no tener motivos para sospechar de Rusia, pese a que es un país que se encuentra entre los 50 más corruptos del mundo según el índice de Transparencia Internacional.