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La noche más amarga de la Quinta del Buitre

El Madrid de la Quinta del Buitre tenía hechuras para ser legendario. El problema del grupo liderado por Butragueño, Míchel, Pardeza, Sanchís y Martín Vázquez es que arrasó en España

  • Los jugadores del Real Madrid querían comerse al árbitro tras el partido contra el PSV. -

El Madrid de la Quinta del Buitre tenía hechuras para ser legendario. El problema del grupo liderado por Butragueño, Míchel, Pardeza, Sanchís y Martín Vázquez es que arrasó en España pero no reinó en Europa. Cinco ligas seguidas. Buen fútbol. Récords batidos. Pero en la Champions, entonces llamada Copa de Europa, no logró tocar el cielo. El Milan de Arrigo Sacchi que dominaba el fútbol continental se cruzó en el camino en una ocasión dolorosa (1989) con aquella goleada en San Siro (5-0), pero la noche más amarga de aquel equipo se produjo en la semifinales de 1988, cuando el PSV Eindhoven dejó a los blancos a las puertas de la final en un partido sencillamente inverosímil.

El equipo que contaba con los cinco magníficos de la cantera pero también con otros grandes futbolistas como Hugo Sánchez, Paco Buyo o Gordillo era el gran favorito al título europeo. Eliminó al Nápoles de un tal Diego Armando Maradona y a los dos finalistas de la temporada anterior, que eran Oporto y Bayern de Münich. Cuando se sortearon las semifinales, El País recogía en una crónica estas palabras del gerente del PSV, Kees Ploegsma: "El emparejamiento con el Madrid es fantástico para el público, pero para el Eindhoven…". El club holandés era el equipo más goleador de Europa, con un Ronald Koeman que se hinchaba a marcar pese a ser defensa, pero hay que tener en cuenta que equipos de segunda B españoles podrían hacerlo bastante bien en esa liga.

Los neerlandeses tenían miedo de un rival que se había conjurado para ganar la séptima Orejona en la historia de un club que llevaba 22 años sin lograrla y que tardaría otros diez en volver al trono. En el partido de ida, disputado en el Santiago Bernabéu, el resultado fue un empate (1-1). El equipo blanco que dirigía el también holandés Leo Beenhakker mereció más, pero no remató con puntería ante un rival encerrado atrás. Todo se decidiría en la vuelta en el Philips Stadium en la noche del 20 de abril de 1988. Aún hoy algunos se frotan los ojos al ver lo que ocurrió en aquel partido que no pudo jugar el hoy entrenador del Barça.

El Madrid mereció golear al PSV, sobre todo en una gran primera parte. Pero falló sus ocasiones más claras como un mano a mano de Butragueño que se fue rozando el larguero. En el segundo tiempo los holandeses mejoraron y también tuvieron dos grandes ocasiones cuando el Madrid estaba volcado. La Quinta pisó el acelerador pero emergió la figura del guardameta Hans van Breukelen para detener un tremendo cabezazo del Buitre y una chilena espectacular de Hugo Sánchez. Un defensor sacó el balón bajo los palos en uno de los muchos córners que provocaron los blancos durante un asedio que no sirvió para nada.

El equipo que entrenaba Guus Hiddink estaba más cómodo encerrado atrás. El colegiado no alargó ni un solo segundo para desesperación de un equipo que no se lo podría creer. Impotentes, los madridistas se querían comer al árbitro. Míchel acabó sancionado por empujarle. Buyo y Hugo Sánchez lo perseguían por el campo. Rabia y decepción. Eliminados a las puertas de la gloria.

Una derrota cruel

Fue una derrota cruel. Sin duda la más dura para aquel equipo acostumbrado a ganar. Había tumbado a los más duros para acabar cayendo contra un rival menor. Su más clara oportunidad para haber vencido en la competición más soñada. La huella para la Quinta del Buitre es tan fuerte que sólo hace unas semanas, treinta años después, Míchel sangraba por esa herida cuando le preguntaban al respecto en una entrevista de El Mundo.

"¿Qué se nos puede echar en cara de no haber ganado aquella Copa de Europa? Nada. Eliminamos a los mejores, jugamos de maravilla e incluso en el partido definitivo lo hicimos bien. Eso también jode a nuestros detractores, que hasta el día que nos eliminaron jugamos de cine. Hace poco volví a ver el partido de Eindhoven y no hay nada que echarnos en cara, pero el balón no entró y aquella Copa de Europa no perdonaba. Con el sistema actual de la Champions no hubiésemos ganado una, hubiésemos ganado muchas"

Aquel PSV de Van Breukelen y Koeman ganó la competición sin ganar partido alguno en cuartos ni en semifinales y con una final que se decidió en los penaltis. Para muchos, es el equipo más rácano que ha ganado la Champions acaso junto al Oporto de Mourinho. Al año siguiente, el Madrid de la Quinta se vengó de los holandeses en cuartos, pero después en semis se cruzaron contra un Milan imparable que goleó en San Siro y marcó una época. Aunque esa es otra historia.

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