No es que Mourinho se entrometa de repente. Es que no ha dejado de jugar nunca ese partido. Ninguno de los partidos que afectan a su apellido, por retorcida que parezca la vinculación. Para sostener la leyenda que se inventó de su paso por el Real Madrid, esa etapa que vendió ganadora pese a la rotundidad de los números (enfrentados con la historia campeadora del club), necesita que su coartada no se desmonte. Cualquier Barcelona que le toque a los demás es mucho peor que el que le tocó a él, ésa es la consigna. En realidad no pudo con él, pero al menos le quitó una Liga, una Copa y una Supercopa. Un botín que el entrenador maquinador eleva al más importante de todos los que celebró jamás el Bernabéu. Y hay hasta quien se lo compra.
Con ese “es el peor Barça de los últimos años”, Mourinho mata dos competidores de un solo disparo. A Pellegrini, al que tenía la urgente necesidad de desacreditar dados sus asaltos dialécticos trasladados a la Premier, y a Ancelotti, los dos técnicos que tienen supuestamente a tiro desnudar su falacia. Teóricamente, el preparador portugués no tenía necesidad de vociferar la bajada de nivel del conjunto azulgrana (cierta en términos de juego, por otra parte), pero se lo tomó como una obligación para depreciar una posible victoria de su actual antagonista sobre los Messi y compañía. Si hubiera ganado el City, contra ese Barça cualquiera. Y si pierde, como finalmente ocurrió, se ríe a gusto y punto.
Y de paso traslada el mensaje a su otra batalla, la que lidia desde la distancia con Ancelotti. Desde la educación y el aparente son de paz, el Madrid del italiano tiene mejor aspecto que el que recogió en los huesos el pasado verano. Queda un rato largo para echar cuentas, pero los blancos van hacia arriba y se ven fuertes en todos las competiciones. Ya han eliminado de la Copa y con baño al contrincante que zarandeó por última vez a Mou en su propio estadio y cerró para siempre su turbulenta época como entrenador merengue. Sólo menospreciando al otro rival directo, las conquistas de Ancelotti, las que finalmente fueren, tendrán menor valor.
Mourinho dirige hoy al Chelsea, pero sigue teniendo que estar a todo. Su nombre y su reputación combaten permanentemente en mil frentes.