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Messi echa de menos a Guardiola

  

Messi sufrió en Sevilla una nueva lesión muscular. Y ya van tres en lo que va de temporada, cuatro si se tiene en cuenta todo 2013. Otra vez abandonando el campo antes de tiempo con la mano cogida al muslo y la cara hecha un poema. Bíceps femoral de la pierna izquierda. Sigue la secuencia: derecho, izquierdo, derecho, izquierdo. Imposible no entregarse al alarmismo. No es un futbolista cualquiera. Y tampoco es normal que, recaídas o no, los percances musculares se acumulen en un mismo cuerpo en tan poco tiempo. No le sale una sonrisa al mejor jugador del mundo desde hace bastante tiempo. No está.

Más allá de la interpretación que le den al caso los médicos, que son los que saben y hablan con propiedad, cuesta no reparar en un nombre propio asociado inevitablemente al cuadro clínico de Messi. Hace años, después de unos cuantos sustos del futbolista argentino en sus muslos, la llamada cremallera que se le iba a abriendo, Guardiola dijo un buen día en alto: “En el fútbol se lesiona quien quiere”. Y desde entonces, como si se tratara de una orden, el Barça, que venía de una sangría, dejó de perder futbolistas por asuntos musculares. Messi a la cabeza.

No se sabe si aquello fue una amenaza o una forma particular de anunciar un plan medido (físico, alimenticio, de entrenamiento, de cuidado…) para acabar con los problemas. El caso es que Messi dejó de lesionarse. Empezó a jugarlo todo, sin descanso, y a no romperse nunca. Y eso que los especialistas, por su forma de jugar y las características de su cuerpo, le adjudicaron una condición de riesgo permanente. Pero el argentino sorteó todos los temores silbando. Corriendo, regateando, centrando, chutando. Y sonriendo. Con Guardiola en el banquillo, el genio azulgrana no volvió a lesionarse.

Pero el entrenador se fue del Barça (y con él, las manos de Lorenzo Buenaventura). Y simpe coincidencia o relación causa-efecto, Messi de repente regresó a las complicaciones musculares. Al final de la temporada pasada, con Tito y Roura, se supone que con métodos continuistas, Lio volvió a lesionarse. Y este curso, ya con Tata Martino al volante, después de hacer una pretemporada escasa de trabajo y poblada de viajes comerciales, Messi no sale del hospital. Ya no lo juega todo, Martino intenta dosificarle, quitarle minutos. Y sin embargo es en ese escenario teóricamente más favorable al cuidado, como le han venido en cadena las lesiones. No termina una y entra en otra. Este domingo, de nuevo.

El problema está en sus piernas, pero ya se le ha traspasado también a la cabeza (Iniesta, que pasó también lo suyo, dice que eso es lo peor). Miedo, desconfianza. Los médicos contarán ahora la versión científica de la enésima lesión del argentino. Su alcance, su terapia y sus riesgos venideros. Pero igual conviene además preguntarle a Guardiola por los secretos de su pócima. El fútbol del Barça echa de menos a Pep. Pero el cuerpo de Messi más aún.

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