En el improbable caso que el "motociclismo español" ganara el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes, ¿quién recogería el galardón?
Para culminar el esperpento habitual en la modalidad deportiva del galardón ovetense sólo faltaría que lo recogiera Ángel Nieto, el piloto español más laureado de la historia y el deportista más ignorado por el jurado de este Premio.
El Patronato del Premio Príncipe de Asturias ha ninguneado siempre la candidatura de Nieto, pero ahora ha admitido la del motociclismo español, así de genérica, presentada por distintas plataformas.
Estas plataformas buscan el reconocimiento de un deporte que a lo largo de su historia ha conseguido 131 títulos mundiales y que en la actualidad domina en la mayoría de campeonatos internacionales y para ello han abierto distintas iniciativas en redes sociales como change.org o facebook para demostrar al jurado "su sentimiento hacia la candidatura", según explican los promotores de esta propuesta.
Los aficionados al motociclismo están hartos de ver pasar cada año por el escenario del Teatro Campoamor grandes figuras de todos los deportes menos el suyo, cuando en España es la primera potencia mundial y hay figuras en todas las especialidades de la talla de Ángel Nieto, Jorge Lorenzo, Toni Bou, Laia Sanz, Marc Coma o el fenómeno actual, Marc Márquez.
Por no hablar, por supuesto, de la indiscutible estrella universal de las últimas décadas, el carismático italiano Valentino Rossi. Ninguno de ellos ha merecido las bendiciones del jurado.
El único piloto de motos que tiene un Príncipe de Asturias es Sito Pons, que lo obtuvo en 1990 después de ganar dos Mundiales en 250 centímetros cúbicos.
Nadie dice que Sito no lo merezca, pero su palmarés está muy lejos del de Ángel Nieto. Este, además, cumple a rajatabla el espíritu de un galardón que premia a aquel deportista que “haya contribuido con su esfuerzo, de manera extraordinaria, al perfeccionamiento, cultivo, promoción y difusión del deporte”.
Quizás por eso hasta el propio rey Juan Carlos muestra abiertamente su extrañeza por el hecho de que Ángel Nieto no haya recibido el trofeo que lleva el título de su hijo, el heredero al trono de España.