En ocasiones es todo cuestión de suerte. No son suficientes las cualidades técnicas, ni tener un físico perfecto para la práctica deportiva. Sin el otro ingrediente nada es posible. El caso de Varane es una caso más en una historia eterna. El año pasado, en la eliminatoria copera contra el Barcelona, fue la gran sensación. Aquel chico francés que había llegado a Madrid con 18 años y por diez millones de euros resultó ser el central completo. Tenía la altura, la velocidad, la contundencia, el juego aéreo y la posición. Ya se apuntaba una época para él como el defensa a seguir.
El caso es que aquel central, que epató hasta el final de temporada, no lo tiene todo. Sus rodillas son frágiles, casi de cristal. Tiene veinte años y ya se le acumulan las lesiones en tan sensible zona. Ancelotti, que lo sabe, pide calma. Igual nunca puede jugar dos partidos a la semana o, lo que es lo mismo, nunca podrá llegar a ser el mejor. Al fin y al cabo en el fútbol de hoy también se paga ser duradero. Un problema en el menisco fue seguido por diversas inflamaciones cada vez que realizaba un esfuerzo físico. Se valoró la opción de una nueva operación pero finalmente se decidió optar por un planteamiento conservador.
Varane estará este domingo en San Mamés (21.00 horas), donde juega otro joven central francés de apellido Laporte, aunque no es probable que Raphael juegue. Aparecerá en las listas, pero entre los madridistas siempre quedará la sensación de miedo a que se pueda romper. Llegarán a la memoria Woodgate o Prosinecki, jugadores cuyas condiciones nunca pudieron imponerse a la fragilidad de su musculatura. Varane, eso sí, puede decir que él vive en 2014. En las últimas décadas la medicina deportiva ha ido avanzando pulgada a pulgada, lo que antes era fatal ahora es crónico, lo que era crónico, subsanable. Entre los mayores avances de los últimos tiempos, que Varane podría haber utilizado, están los factores de crecimiento, plaquetas enriquecidas que utilizaron otros como Nadal, Kobe Bryant o Xavi Hernández para tratar sus dolencias con notables resultados.
No es el único problema de enfermería que tiene el Real Madrid. Bale, el fichaje estrella, no acaba de cuajar. Entra y sale del médico, cada vez con un veredicto diferente, siempre con la sensación de que el trabajo de base no está correctamente hecho y por eso tiende a romperse. Cuando vuelva será titular, lo ha dejado bien claro Ancelotti. Ese día no será en Bilbao. El galés no ha entrenado durante la semana, esta vez por un golpe en el muslo. Volverá, le guardan la plaza.