Llegaba el Real Madrid a Kaunas como el 'invitado' sorpresa. No por su entidad, ni tampoco por sus logros en la regular season, donde terminó tercero con honores por detrás de Olympiacos y Barcelona, sino por durísima travesía que supuso la serie de cuartos de final ante Partizan. Todos nos sabemos el final, remontada en el quinto partido para sobreponerse a un 0-2 que, hasta este año, había supuesto un viaje solo de ida al inframundo.
Entremedias, el equipo de 'Chus' Mateo se rehízo de sus heridas, cerró filas y consiguió darle la vuelta, no sin polémica, tras la pelea del segundo asalto en el Palacio de los Deportes de Goya. Ya en Lituania, sagrada tierra del mejor deporte del mundo, el Real Madrid de todos los milagros obró en 48 horas su undécima sinfonía y levantó con sangre y sudor una Euroliga que resonará en los anales del baloncesto.
Primero, acabando con un Barcelona desquiciado por sus demonios. Después, diciéndole al favorito Olympiacos que el cuarto entorchado tendrá que esperar.
El primer cuarto fue una sinfonía ofensiva del equipo griego, que salió a pista con el subidón aún de la soberbia segunda mitad que cuajó ante Mónaco en las semis, donde remontó una desventaja de 12 puntos gracias a un parcial sangrante de 27-2 en el tercer cuarto. Isaiah Canaan abrió la tapa con tres triples casi seguidos en el día de su cumpleaños, un ritmo que contagió a sus compañeros y que les llevó a la máxima (22-12) a falta de dos minutos para cerrar el primer acto.
El Real Madrid recurrió antes de lo esperado a Sergio Rodríguez, el metrónomo que hundió a los de Jasikevicius el viernes cuando más apretaba la soga con aquel eterno 58-58 del último cuarto. Dicho y hecho, empezó a fluir el equipo blanco en ataque, abriendo para lanzamientos de tres que Hezonja, Causeur y Musa se encargaron de convertir, dando la vuelta al parcial griego de inicio y situando al Madrid de 4-5 puntos al borde de un descanso al que llegamos con todo por decidir con un precioso 45-45.
Homenaje al baloncesto
A diferencia de la final de la temporada pasada entre Anadolu Efes y Real Madrid, el ritmo del partido fue trepidante. Un despliegue físico, una intensidad y un acierto que hicieron de aval para todos aquellos que todavía ven la Euroliga como un ente extraño, y no como la segunda mejor competición baloncestística del planeta. Salió Olympiacos tratando de emular su estampida de las semifinales, pero el Real Madrid no se dejó sorprender en absoluto.
Con menos brío, los dos equipos activaron ataques en estático mucho más pausados, sin tanto frenesí, pero optando por tiros liberados que tanto Canaan como Musa seguían enchufando. Las ventajas eran mínimas para el conjunto de Bartzokas, pero apenas le duraban un suspiro. La zona del Madrid pasaba por Tavares, que cambiaba todos los ataques griegos con su sola presencia. Vezenkov tiraba del carro en Olympiacos, Rodríguez y Rudy con el rebote en el Real Madrid. Olympiacos apretó sobre la bocina para rascar cuatro puntos (63-59) al final del tercer cuarto.
Abría Sasha Vezenkov, flamante MVP de la competición, una brecha de siete puntos (68-61) con un triple lejanísimo con toda la posesión por delante a ocho minutos del final. Recuperaba el pulso el Real Madrid con la vieja guardia, que juntó en cancha a 'Chacho', Llull, Tavares y Causeur. La defensa de Fall sobre el gigante caboverdiano provocaba pequeños cortocircuitos en el estático blanco. Sloukas, falto de ritmo todo el encuentro, supo sacar oro de algunos bloqueos en forma de tiros libres, elevando la ventaja griega hasta el 71-64.
Sergio Roríguez no perdía la fe, y Causeur ponía los galones. De hecho, en un triple fallado del galo y una revisión de antideportiva por un manotazo de Fabien pudo estar el choque. Cerró la sangría del rebote ofensivo Olympiacos con Fall imponiéndose a Tavares, que parecía algo cansado.
A tres minutos para el final, los árbitros señalaban dos libres para Canaan que, además, acabó con una técnica para Mateo por las protestas. El norteamericano no fallaba, hasta le bailó (con falta) un balón a Tavares clave que, tras revisión, el trío arbitral le dio a Olympiacos. Rodríguez anotaba de tres para recortar, y en sus manos quedaba la última bola del encuentro con 78-77. Llull metió la canasta de su vida, y Sloukas no pudo dar la victoria a un Olympiacos que claudicó ante el milagro de los milagros.
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Jejeje
Gkh
Si no lo ves no lo crees. De Leyenda. Enhorabuena RM, desde Bilbao.