El día que Usain Bolt se reivindicó como la mayor leyenda de la historia de la velocidad, la Liga española confirmó que lejos de ser la mejor competición del mundo, es una vaca a la que dejarán sin leche de tanto exprimirla. Ocho goles marcados (con un encuentro por jugarse) en nueve partidos, lo que iguala el peor récord anotador de una jornada en su historia. ¿Las razones? El ansia financiero de unos clubes que se han lazando a conquistar mercados en la pretemporada ofreciendo un panorama desangelado con partidos de madrugada en China, Tailandia, Australia, Estados Unidos a miles de kilómetros de sus aficionados... Países sin tradición futbolística, pero con unas posibilidades mercantiles apetitosas.
Y esos viajes comienzan a pasar factura a los equipos cuando la Liga aún está despegando. En el Barcelona lo hace en forma de lesiones. El equipo azulgrana está sensiblemente disminuido por la partida de Xavi, la marcha de Pedro al Chelsea, donde ha celebrado su debut con gol y asistencia, la baja de Neymar por unas inoportunas paperas que han coronado su ajetreado verano y la ausencia de Piqué, sancionado por menospreciar a un asistente.
A suma ahora las lesiones de Alves, que se retiró en Bilbao con molestias musculares, y Busquets, sutituido con un golpe. El Barcelona sufrió en San Mamés, de donde salió trasquilado durante la pretemporada en la ida de la Supercopa, pero ganó con un solitario gol de Luis Suárez. Una jugada con el sello de Luis Enrique. Fútbol directo: pelota larga a la espalda de la zaga de Rakitic que Jordi Alba toca de primeras al área pequeña donde el uruguayo remata a la red según llega. El Barça seguirá viviendo de sus delanteros. Es noticia que falló otro penalti Messi. Y van demasiados. A Messi le pasa con los penaltis lo que a Cristiano con las faltas. La obsesión les penaliza.
El gol del Barça tuvo el sello de Luis Enrique y su fútbol directo: pelota larga de Rakitic a Alba que toca de primeras y remata Suárez según llega
Hace unos días un diario advertía que llegaba 'El Ocaso de La Masia'. Pero cuando Alves se lesionó en San Mamés, Luis Enrique encontró en Sergi Roberto a un lateral juicioso y brillante con el que no contaba. Junto a él entraron Bartra y Sandro. Y Rafinha es el otro comodín que manejará Lucho hasta que los Reyes Magos le regalen a Arda y a Aleix Vidal. La Masia es el fondo de armario de este equipo en el que Piqué, Iniesta, Messi o Busquets apadrinan la llegada de esta hornada de canteranos a un Barcelona con un once imponente y una plantilla deficiente.
Si el Barcelona paga los excesos físicos con lesiones, el Real Madrid lo paga con falta de gol. Nueve partidos con Benítez en el banquillo, cinco encuentros sin marcar (y seis sin recibir). Al Real Madrid se le está poniendo cara de Rafa Benítez. Robusto, serio, equilibradamente previsible. Se asocia por dentro mucho y los laterales no se atreven a subir porque les toca bajar. Gareth Bale, el nuevo profeta de Florentino, suma un gol en toda la pretemporada pese a jugar en la mediapunta con un frente ofensivo con muchas más posibilidades. Ayer los 'guajes' del Sporting le crearon ocasiones, les robaron dos 'puntines' y llenan de dudas a un equipo en el que Cristiano Ronaldo está incómodo, ha perdido la paciencia y lo demuestra con un lenguaje corporal que evidencia su nerviosismo con compañeros y rivales. Cristiano ya no desborda en la banda y esa frustración la refleja en las redes sociales, donde advirtió al final del partido: "Tu amor me hace fuerte, tu odio imparable". Ronaldo, que le ha quitado a Florentino un buen pedazo de la tarta de sus derechos de imagen para que los gestione Peter Lim en Asia, enfila la que probablemente será su última temporada en el Real Madrid. Y no le hace especial gracia hacerlo a las órdenes de un técnico tan minucioso e intervencionista como Rafa Benítez. El 0-0 de El Molinón es más sintomático que alarmante. "Decepcionante", a juicio de Florentino.
"Tu amor me hace fuerte, tu odio imparable", escribió un frustrado Crsitiano en las redes
La alineación del Madrid es un sudoku lleno de prebendas, caras largas, sugerencias, recomendaciones, insinuaciones... Bale en el centro y no en la izquierda, Cristiano en la izquierda y no en el centro, Isco o James, Danilo o Carvajal, Keylor o Casilla... Resta una semana de mercado y aún no saben quién será el portero, porque habrá un último arreón por De Gea, además de anunciarse desde Inglaterra una oferta mareante por Benzema que no es descartable que acabe con la salida del francés. El Real Madrid es una multinacional mediática, dirigida por un técnico con manu militari que se está comportando con displicencia diplomática y un presidente cuyo intervencionismo es indisimulado tras despedir a los directores deportivos y de comunicación. A la afición le huele raro este Real Madrid sobrio de Benítez con más solidaridad que excelencia. ¿A qué juega? Mientras gane, importa poco. Pero cuando no lo haga, será un problema. Y empatar sin marcar en El Molinón no es precisamente la excelencia.
Y el Atlético, fiel a los mandamientos del cholismo, ganó sufriendo. Lo hizo celebrando que ha descubierto en Oblak a otro portero que gana partidos, como antes lo hacía Courtois. El portero atlético se ha ganado el respeto de los rivales y la confianza de su zaga. Vendido Arda, se ha renovado a Godín reafirmando el espíritu gladiador que ha descartado el turco. A eso se suma que Griezmann, que se distraía en los partidos cuando llegó de San Sebastián, ahora es el primero que sale con el cuchillo entre los dientes.
Comienza una nueva Liga polarizada, en lo deportivo, por Real Madrid y Barcelona, mientras el Atlético no se proponga lo contrario. Y gestionada torticeramente por un Javier Tebas que durará hasta que Florentino quiera. Como Rafa Benítez...