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Réquiem por la Eurocopa y los Juegos Olímpicos perdidos

Este verano de 2020 estaba destinado a ser sobre todo deportivo. Pero gracias a la pandemia ya nadie se acuerda de esas competiciones que nos entretienen en el asueto y nos dejan huella 

  • Imagen de los anillos olímpicos frente al Estadio Nacional de Tokio

Se llama Miraitowa. El nombre, en japonés, proviene de los términos mirai, que quiere decir futuro, y towa, que significa eternidad. Miraitowa es la mascota de los Juegos Olímpicos de Tokio y representa algo así como un futuro eterno, de esperanza y felicidad, que arrancaría con la celebración de este magno evento deportivo que se inventaron los griegos hace unos cuantos siglos. 

Viene esto a cuento de que en condiciones normales ahora todos conoceríamos a Miraitowa y hasta su etimología, porque en apenas dos días, el 23 de julio, la capital nipona acogería la ceremonia de inauguración de los Juegos. Sería el momento propicio para ver en televisión, aunque sea a horas intempestivas, todos esos deportes -¿alguien sigue el piragüismo o el judo entre Juegos y Juegos?- que nos entretienen en el asueto y nos dejan huella cada cuatro años. 

Tras tres semanas de competiciones, el 8 de agosto terminarían los Juegos y la llama olímpica desaparecería de nuestras vidas hasta la siguiente cita. También en condiciones normales, ahora mismo habrían pasado nueve días de la final de la Eurocopa en Londres, prevista para el pasado 12 de julio. Una Eurocopa que en esta ocasión habría sido diferente, porque se habría celebrado en doce ciudades de medio continente, incluida Bilbao, donde los abertzales habrían intentado, por supuesto con poco éxito, mostrar su oposición a la Selección. Los futboleros más frikis también conoceríamos a Skillzy, mascota del torneo europeo.  

Nos tenemos que conformar, en cambio, con una Liga indigesta, jugada a destiempo, que no nos ha cambiado la vida, y con una Champions de chichinabo que huele a torneo veraniego.

Pero todo eso, ay, ocurriría en condiciones normales. La dichosa pandemia acabó con esos planes de un verano que iba a ser tan deportivo. Ya nadie se acuerda de los Juegos y la Eurocopa perdidos. Porque hemos normalizado este delirio. El ser humano lo normaliza casi todo. Solo eso explica, por ejemplo, que hayamos asumido como lógico (y obligatorio) llevar unas mascarillas que no son, en el fondo, nada más que una manera en que los gobiernos huyen de sus responsabilidades y nos trasladan a nosotros, los sufridos ciudadanos, la culpabilidad de un posible contagio. Pero esa es otra historia. 

A falta de pan, buenas son pastas. Porque se supone que deportivamente hablando este verano nos tenemos que conformar con una Liga indigesta, jugada a destiempo, que no nos ha cambiado la vida, y con una Champions de chichinabo que huele a torneo veraniego. La realidad, más dura que las fabulaciones, es que estos remedos futbolísticos no pueden suplir las ausencias citadas. Pero, bien mirado, perder estos entretenimientos es casi lo de menos en esta época donde hemos perdido tantas cosas

Dicen que la Eurocopa de las doce ciudades y los Juegos de Tokio se celebrarán en 2021. Esto supondría que Miraitowa y Skillzy siguen vivos, a la espera de su momento de esplendor. Pero, visto lo visto, nadie puede asegurar con certeza absoluta la supervivencia de ambos. Por tanto, sirvan estas líneas, que solo pueden ser absurdas en esta vida grotesca y pandémica que nos toca vivir, como réquiem por todo eso que hemos perdido. En lo deportivo y en lo importante.  

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