Corinna zu Sayn Wittgenstein, ‘la amiga entrañable’ del Rey Juan Carlos I, ha reaparecido después de un tiempo sin saber de ella y ha concedido una entrevista a su revista de cabecera, la publicación francesa ‘Point de Vue’. En ella han hecho un repaso a su trayectoria profesional y personal en la que, cómo no, ha salido el nombre del Rey emérito.
“Es un episodio que asumo, pero que ha sido amplificado y utilizado de una manera inadecuada. Es una visibilidad que no quería y lo que he hecho es usar todo esto para hacer algo positivo y enfocarlo hacia la filantropía”, ha señalado Corinna queriendo justificar así por qué le ha mencionado en alguna ocasión y el motivo por el que vuelve a hablar ahora de él.
Corinna sobre Alberto de Mónaco: “Compartimos una confianza mutua que requiere discreción”
Según la empresaria desde que saltó la noticia de su relación con Don Juan Carlos, comenzó a dedicar la mitad de su tiempo a hacer el bien a los demás y la otra mitad lo invierte en “actividades comerciales”.
Actualmente trabaja con la familia real de Mónaco y de Oriente Medio, es miembro de la Clinton Global Initiative y está volcada con Naked Heart, la fundación de la modelo Natalia Vodianova. “Conozco al príncipe Alberto de Mónaco desde 1984. Fue gracias a Ira von Füstenberg, que se llevaba muy bien tanto con mis padres como con Rainiero. Luego le he acompañado a él y a su pareja en sus movimientos. Compartimos una confianza mutua que requiere discreción. Para mí la cualidad más importante en la vida es la lealtad sin titubeos”, ha explicado.
La princesa se ha divorciado en dos ocasiones y es madre de dos hijos. En la publicación ha hablado muy brevemente de su vida privada: “En 1991 me casé con Philip Adkins, un gran financiero de Estados Unidos. Vivíamos entre Londres y California. Tuvimos una hija, Nastasia, que nació en 1992 en Los Ángeles. Philip y yo éramos socios. Tuvimos proyectos en Estados Unidos, Japón, Australia y Nueva Zelanda”, ha señalado sobre su primer matrimonio.
También ha hablado de lo bien posicionados que están sus dos hijos: “Nastasia estudia historia del arte y economía en la Universidad de Columbia, y ya está comprometida. En cuanto a Alexander, creó su propia fundación hace diez años en Kenia y la financia él. La semana pasada, por ejemplo, renunció a una semana de esquí para ahorrar dinero y gastarlo en este proyecto. Además, toca el piano, aprendió a pilotar aviones y le apasiona la cocina como a mí”.
Una vida marcada por los viajes y por estar "rodeada de hombres"
Corinna creció entre Alemania y Brasil y como su padre trabajaba en una compañía aérea viajó mucho. “Durante mis años de juventud viajé mucho y descubrí mundo gracias a mi padre, que dirigía una compañía aérea. Mi padre me presentó a mucha gente y yo estaba casi todo el tiempo con los adultos. Él y mi madre eran muy abiertos, tolerantes, enamorados de la mezcla de géneros. Nos inculcaron grandes valores y nos dieron una gran educación que me permitió estudiar cinco idiomas. A los 12 años di la vuelta al planeta”.
También afirma que el hecho de que en su familia sólo hubiera chicos también le marcó: “Mi padre me trataba como a un hombre. Aunque era pequeña, a menudo, me metía en su despacho. Nunca tuve un juguete. Me dedicaba a escuchar conversaciones de las que aprendía”. Corinna ha explicado cómo esto le ha marcado: “Pasé mi infancia rodeada de hombres. En mi familia solo hay chicos (...). Ahora me aceptan en lugares y reuniones en las que normalmente no se permite la entrada de mujeres, sobre todo en Oriente Medio. Aprendí a respetar el código. Nunca miré a un hombre a los ojos y aprendí a vestirme de forma adecuada”.