Soledad Cabeza de Vaca y Leighton, marquesa de Moratalla, falleció el pasado miércoles en su finca Domaine de Coumères, a las afueras de Bayona, a los 87 años de edad, afectada de Alzheimer. La aristócrata, tía de Isabel Sartorius, poseía una gran fortuna que heredó de su primer marido, un rico financiero estadounidense, Frank J. Mackey.
Su muerte se ha producido en mitad de una dura batalla legal entre sus hijos, el adoptivo, Germán de la Cruz y el biológico, Forester Labrouche, que llegó a denunciar a su madre hasta 20 veces en Suiza, Francia e Inglaterra, acusándola de haberle robado parte de su herencia. Todas esas demandas fueron desestimadas. “Al final, la marquesa ya decía que solo tenía un hijo, Germán. No quería volver a oír hablar de Forester”, declaró a ‘Vanity Fair’ una persona cercana a la marquesa, Danièle Marre.
El hijo biológico acusa al adoptivo de "secuestrar" a su madre
La última demanda del hijo biológico, Labrouche fue contra su hermano, Germán, -que fue adoptado en Colombia en los años 80-, al que acusaba de haber secuestrado durante unos años a su madre, enferma de Alzheimer, impidiéndole que hablara con ella, para hacerse con el control de su fortuna valorada en 150 millones de euros.
Una teoría que Germán niega y sostiene que su madre adoptiva odiaba a su hijo biológico desde que en los 90 le acusó en los tribunales de haber ocultado el auténtico testamento de su madre Olga Leighton, que se casó en segundas nupcias con el conquistador Antonio Cabeza de Vaca y Carvajal, marqués de Moratalla y Portago, héroe del bando franquista en la Guerra Civil española. Una sobrina de la marquesa apoyó entonces a su primo adoptivo: “Soledad está en su hogar, bien rodeada y en manos de Germán, siempre respetuoso y afectuoso”.
El hijo adoptivo fue nombrado administrador de la fortuna
Su hijo adoptivo, Germán de la Cruz fue designado por la justicia como administrador de su fortuna, una decisión que Labrocuhe lleva reclamando durante años que se anule y ahora ha anunciado, a través de sus abogados, que pedirá que se investigue las circunstancias de la muerte de la aristócrata.
La mujer a penas se ocupó de su fortuna, administrada por un gabinete de abogados suizo. Se dedicó a jugar al bridge,- llegó a ir a campeonatos mundiales-, le encantaba jugar a la pelota vasca, era filantrópica y criadora de algunos de los mejores purasangres de Francia, que le llevaron a ganar más de 5.000 carreras y a competir con criadores de la talla del Aga Khan o el emir de Dubai. Su afición por los caballos comenzó en los años 50.