Pilar Soto fue presentadora de varios programas de televisión, entre ellos del ‘Gradn Prix’ junto a Ramón García en TVE, ‘Mamma Mía’ con Víctor Sandoval o la serie ‘Al salir de clase’. Lo tenía todo para triunfar: juventud, belleza, fama y dinero. Sin embargo la bulimia le llevó a una caída en picado en su vida personal y profesional ya que la padeció durante 15 años, llegó a pesar 37 kilos y mide 1,70 metros. “Estuve bailando con la muerte muchísimas veces”, ha confesado en una parroquia de Madrid con motivo de la presentación de su libro de memorias 'Conversión'. En él relata cómo fueron los años más terribles de su vida, de 2005 a 2014, y cómo logró salir del túnel gracias a la religión.
La presentadora continúa relatando: "Mi infancia se rompió con 9 años. La última vez que vi a mi padre con vida en una iglesia en pie fue en mi Primera Comunión y ese día yo perdí mi fe y pensé que Jesús es un destroza vidas”. Soto continúa explicando: "Tuve una adolescencia muy truncada por circunstancias familiares y de repente soy portada de revistas. Con menos de 20 años ganaba muchísimo más dinero que los padres de mis amigas pero estaba sola. Llevaba 13 años de conservatorio, estaba muy formada pero fue un boom y yo no tenía un infraestructura familiar donde apoyarme, estaba sola. Además pasaron una serie de cosas graves en mi adolescencia y juventud y no supe manejarlo y empecé a vomitar y caí en una bulimia que se alargaría en el tiempo durante más de 15 años. Los médicos no se explican cómo estoy vida ni cómo tengo esófago ni nada”.
Pilar recuerda los años en los que estuvo enferma: "Entré en un bucle autodestructivo, era una niña muy mona y no se notaba y lo ocultaba como podía porque no tenía que darle explicaciones a nadie porque vivía sola, me hacia mis propias encerronas y me hacía agresiones físicas muy graves... Me convertí en una animal, no razonaba".
"Parecía una drogadicta, las venas se me rompían. Me convertí en un monstruo"
Pilar recuerda que cuando la llamaron de ‘La isla de los famosos’ fue cuando tocó fondo. "Tenía una medicación muy estricta para la bulimia, tomaba Prozac, no como antidepresivo sino para controlar los impulsos, para que no me agrediera. Ese fue el principio del fin. Yo dije es un trabajo y no voy a comer, es perfecto, nadie se va a dar cuenta de lo que estoy haciendo. Ahí fue el fin, del fin. Ahora no sé como se ve pero ahora estoy en 15 kilos más, antes yo era un monstruo. Cuando comencé mi conversión no podía a penas andar, la piel se me caía a tiras, los brazos los tenía negros... parecía una drogadicta, no por nada sino porque tenían que ingresarme tantas veces, ponerme tanto suero y comida intravenosa que ya las venas se me rompían y ya para ponerme una vía o hacerme un análisis de sangre me ponían las agujas de los niños chiquititos y seguían rompiéndose. Me convertí en un autentico monstruo".
La bulimia le llevó a estar ingresada de urgencia hasta 82 veces en el hospital en un mismo año. “Lo ocultaba como podía pero se me fue de las manos”, explica. Una de estas veces, cuando ya estaba al borde de la muerte, asegura que vio a Cristo en la cruz: “Una noche, tras una gala de ‘La isla de los famosos’, perdí el conocimiento en un taxi. Acabé en el hospital de la Princesa pero aquel día era el fin de fin. Llegó el médico, ya me conocían más que de sobra, y me dijo: ‘Señorita Soto, lo sentimos muchísimo pero ya no podemos hacer más, hija, quiere que llamemos a algún familiar, a algún amigo, profesa alguna fe, podemos llamar a algún sacerdote si lo desea'... Yo he hecho vuelo sin motor a 4.00 metros de altura, he buceado con tiburones, las secuencias de riesgo no permitía que las doblaran los especialistas, no conocía el miedo físico hasta ese momento. El pánico, la sensación de.. no se puede describir y no la olvidaré en la vida. Se me pasaron tantas cosas en una centésima de segundo...Lo primero era la desesperación absoluta... ¡Qué horror! Sentí un dolor interno, una angustia y un frío, ese frío de la muerte es indescriptible y es inconfundible".
La desesperación de Pilar al ver venir la muerte
Pilar continúa relatando entre lágrimas como sentía que tenía tubos por todos lados: "Podría oír a mi corazón apagarse muy lentamente y decidí hacer esa llamada y llame a Nuestro Señor Jesucristo, llamé a Jesús y desde esa Primera Comunión, que no había rezado, recé. Me apareció Cristo, vi a Jesús pero es que le vi muerto. No había remedio, qué miedo, ese frío se hizo durísimo, recuerdo lluvia, viento, sangre y ahí dije: '¿pero qué has hecho chica?' Y ahí vi que le llevaba negando toda mi vida, que vergüenza de mí misma y le pedí perdón. Le decía: 'ahora no me lleves, me sentía tan sucia y llena de pecado. No ha llegado mi hora, perdóname y déjame demostrarte que te amo, solo me importas tú, déjame vivir' y me lo consintió".
“No tengo la grandeza de ningún santo pero tengo en común con ellos la pasión desmesurada por Cristo, se me han acabado los problemas políticos, soy Cristocentrista aférrima. A San Pablo, nuestro señor le tiró del caballo y le dejó ciego durante 3 días, a mí me sacó de un plató de televisión para darme la vista porque llevaba toda mi vida absolutamente ciega”, ha explicado.
Después le diagnosticaron cuatro tumores
Pilar no quiso volver a trabajar hasta que estuvo bien por “una cuestión de honor y por vergüenza”. Señala que cuando se vio más fuerte es cuando regresó: “Ahora estoy curada y por eso me puse a escribir. Los médicos no dan crédito de mi resistencia”.
Su reaparición en televisión fue en 2015 en ‘Sálvame Deluxe’ donde habló de su enfermedad y donde se sintió trataba con cariño y respeto. Sin embargo, una semana después le diagnosticaron un tumor. “Eran células cancerígenas. No fue un tumor, fueron cuatro pero por suerte todo fue detectado a tiempo”, ha declarado en 'Lecturas'.
La presentadora tiene claro que la religión es lo que le salvó: “La gente me dice: ‘Pareces una niña, ¿qué crema usas?’ Es el amor. No tener rencor ni odiar a nadie y que me he perdonado a mí misma. Llevo una vida normal, me encanta el deporte, salir con mis amigas, me gustan los muchachos. Hace poco he conocido a un pelirrojo que ¡ay, madre mía de mi vida!”, declara entre risas.