El coronavirus marcará un antes y un después en los procesos globales de producción. Son muchas las compañías que han sufrido la disrupción de la cadena de suministros por el confinamiento que se ha ido decretando de forma sucesiva en muchos países (empezando por China), lo que podría llevar a empresas y Gobiernos a intentar recentralizar en su país toda la cadena de valor.
Francia ha sido el primer país en hacer alusión a esta posibilidad. Su ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, ha lamentado en declaraciones recogidas por la prensa gala que su industria automovilística, por ejemplo, "se ha deslocalizado demasiado" y cree que es el momento de repatriar parte de la producción. Este movimiento perjudicaría considerablemente a la industria de componentes de automóviles en España, que tiene a Francia como uno de sus principales clientes.
El propio Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), advertía este miércoles de la posible vuelta al proteccionismo. "La economía no estaba preparada para estar dos meses cerrada y eso va a llevar a replantearse las cadenas de suministro globales, porque siempre hemos buscado la eficiencia, los costes reducidos, y seguramente a partir de ahora y después de la trágica experiencia de la pandemia el término seguridad va a ser considerado y tenido en cuenta. Va a haber una tendencia a que las cadenas de valor estén más próximas a cada uno de nosotros en vez de a 10.000 kilómetros".
Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), ha advertido de que movimientos en ese sentido por parte de empresas y países "dificultarían la recuperación".
Modelo autártico
"Va a haber un impacto significativo en la cadena de suministros global porque estaba muy estandarizada y ha perdido tracción por las restricciones en los países, pero no podemos caer en el error de vivir en un modelo autártico y que cada país vaya por su cuenta", advierte por su parte Carlos Fernández, portavoz económico de la consultora Grant Thornton.
En su opinión, los países deben recuperar sus relaciones bilaterales con los socios comerciales en todos los sectores, "el automóvil no es una excepción". "Hay que evitar ser beligerantes, tenemos que trabajar en conjunto, y a la vez como en cualquier club (la Unión Europea) tenemos que demostrar credibilidad y capacidad de afrontar compromisos"
"España tiene que recuperar la bilateralidad con nuestros socios cercanos, como Francia o Alemania. Para ellos tiene que seguir siendo interesante mantener aquí la producción", advierte, y asegura que para ello España no debe caer en medidas como restringir las inversiones extranjeras. "Tenemos que mantener la inversión extranjera con reglas claras, pero no creo que sea el momento de reindustrializar España o cambiar significativamente los procesos".
Prohibir la inversión extranjera
Coincide con él Ricardo Martínez Rico, presidente de la firma de asesoramiento Equipo Económico, quien recuerda que "España siempre ha salido de la crisis mediante demanda externa (exportaciones y turismo para compensar demanda interna) y con financiación del exterior. Esta vez hemos entrado en la crisis con la balanza por cuenta corriente mucho más saneada, pero el desequilibrio del sector público nos va a hacer recurrir a fondos exteriores".
No considera adecuado la prohibición de inversiones extranjeras aunque sea en sectores estratégicos, sino que cree que hay que apostar por la flexibilidad. "Se está pensando en proteger a los sectores estratégicos sobre todo de algunos inversores poco deseados, pero si queremos salir y que el sector del automóvil por ejemplo siga siendo competitivo tenemos que atraer capital. Nuestra mejor forma de reaccionar es ser más flexibles".
De hecho, considera que desde el año 2012 el sector automovilístico español volvió a ser competitivo porque muchas firmas extranjeras decidieron cerrar las plantas de producción en sus países y abrirlas en España. De ahí que el sector automovilístico sea uno de los principales que exportamos al exterior.
"Revertir las cadenas de producción transfronterizas es un error. Se puede intentar proteger la industria propia, como hace Estados Unidos, pero hay que saber que eso es a costa del crecimiento. Nosotros tenemos que defender el libre comercio y la apertura absoluta", considera Emilio Ontiveros, presidente de AFI.