A lo largo del pasado año y en estos tres primeros meses de 2021, el Banco de España y el Banco Central Europeo han venido enviando recados a las entidades financieras acerca de la importancia de reducir los costes de explotación en un contexto económico muy complicado, por las incertidumbres derivadas de la incidencia de la pandemia y por unas condiciones financieras que juegan contra la cuenta de resultados del sector. A pesar del proceso de concentración impulsado por los conocidos decretos 'Guindos I' y 'Guindos II', de 2012, que redujeron drásticamente el número de entidades; del cierre oficinas y del pronunciado descenso del número de empleados, los gastos de explotación del sector apenas han disminuido en un 6,2% desde esa fecha.
Según los últimos datos recogidos por el Banco de España, los gastos de explotación de las entidades de depósitos españolas ascendieron el pasado año a 25.288 millones de euros, un 3,94% menos que en el ejercicio anterior. De esta cantidad, 13.105 millones, alrededor del 52%, correspondieron a gastos de personal. El problema es que llevaban estancados en el entorno de los 26.400 euros desde el año 2012, a pesar del brusco cambio producido en el mapa bancario español en todos los sentidos.
En el año 2012, las entidades financieras tenían abiertas en España 37.903 oficinas, que empleaban a cerca de 231.400 trabajadores. Con datos de diciembre del pasado año, las sucursales abiertas habían bajado a 22.299 y el empleo, a 171.000 personas. Son 15.600 oficinas y 60.000 trabajadores menos, lo que equivale a descensos del 41% y del 26,2%, respectivamente. En este mismo periodo, los gastos de explotación se redujeron en un 6,2% y los de personal, en un 15,92%.
¿Qué ha sucedido para que los descensos no hayan ido en paralelo? Básicamente, que el sector bancario ha tenido que adelgazar a marchas forzadas a medida que han entrado en escena nuevos actores, las denominadas fintech que, con unas estructuras mucho más ligeras, empezaron a ofrecer servicios similares a los bancarios con muchísima más agilidad. Al mismo tiempo, los bancos han tenido que acelerar el proceso de transformación tecnológica, muy costosa en inversiones y tiempo, y hacer frente a los compromisos económicos de las salidas no traumáticas y muy costosas pactadas con los sindicatos en los últimos ejercicios.
Caída de los márgenes
El estancamiento de los gastos de explotación no pasaría de ser una mera anécdota de no haberse producido en un periodo de caída de los márgenes de intereses, como consecuencia de la política expansiva del Banco Central Europeo y de la reducción de los tipos de interés al 0%. En el año 2009, el margen de intereses (la diferencia entre lo que cobran los bancos por el dinero que prestan y lo que pagan por los depósitos y las cuentas a la vista) era un 31% superior a los gastos de explotación. Esta diferencia se redujo al 17,7% en 2012. En 2015, ambos datos estaban prácticamente igualados.
Desde 2016, los gastos de explotación han superado siempre al margen de intereses. El pasado año, los primeros totalizaron 22.982 millones de euros y los segundos, 25.288 millones, de los que 13.105 millones correspondieron a los gastos de personal. Éstos han pasado de representar el 60% de los gastos totales de explotación a ser el 52% en el pasado ejercicio.
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ha destacado en numerosas ocasiones que para que los bancos hagan frente a la baja rentabilidad derivada de los tipos de interés “resulta fundamental que las entidades sigan profundizando en ganancias de eficiencia, reduciendo costes y utilizando más intensivamente las nuevas tecnologías”. Luis de Guindos, vicepresidente del BCE y ministro de Economía entre 2011 y 2016, ha recordado en cuantas ocasiones ha podido la necesidad del sector de recortar costes por la caída de ingresos del sector y la necesidad de mayores provisiones ante el posible aumento de la morosidad por la crisis sanitaria.
Eficiencia bancaria
La eficiencia bancaria, entendida como la relación entre cuánto dinero tiene que gastar una entidad para obtener unos determinados ingresos, ha ido empeorando a medida que los tipos de interés oficiales, los que fija el Banco Central Europeo, han disminuido. La banca española cerró 2020 con una eficiencia del 52%. Por cada 100 euros que ingresaba necesitaba gastar 52. Hubo tiempos en que algunas entidades bancarias, entre ellas el desaparecido Banco Popular, llegaron a bajar del 40%. La media de la UE-27 más Noruega, Liechtenstein e Islandia es del 65,1%, la mayor en los cinco últimos años, si se descuenta la marcada en marzo de 2020, cuando llegó puntualmente al 71,7%.
España no está entre las peores de la Unión Europea y el Espacio Económico Europeo, pero tampoco en el podio, según los últimos datos publicados por la EBA (European Banking Authority). Eso sí, es la mejor situada, en el décimo lugar, de las grandes economías del Viejo Continente, en una clasificación que encabezan Noruega y Grecia (42%), países a los que siguen Lituania, Rumania e Islandia, todos por debajo del 50%. En el otro extremo se encuentran Alemania (77%), Malta (74%), Italia (72%) y Francia (71%).