El envejecimiento de la población provocará un incremento del gasto público en pensiones, sanidad y dependencia, pero el Banco de España pone el foco en otra derivada que comprometerá las arcas del Estado: bajará la recaudación por impuestos.
Roberto Ramos, economista y responsable de la Unidad de Análisis Estructural del Banco de España, firma un estudio para el Instituto de Actuarios Españoles en el que señala que en los próximos años la recaudación pública se verá resentida por culpa del envejecimiento de la población, por lo que será necesario acometer una reforma fiscal que garantice que los cambios provocados por la demografía (como la composición de la renta de los hogares o los patrones de consumo) no mermen las arcas del Estado.
"Dentro del ámbito de la política fiscal, los efectos del nuevo paradigma demográfico se extienden más allá del gasto público asociado al envejecimiento. Cabe destacar que el aumento de la población de más edad puede general cambios de calado también en los ingresos públicos, a través de, al menos, la composición de la bases fiscales", apunta el autor.
Los cambios afectarán en primer lugar a la recaudación del estado por el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), ya que a medida que envejezca la población disminuirá la proporción de población trabajadora y aumentará el porcentaje de pensionistas, cuyas rentas están asociadas al capital y están gravadas a tipo menor que las rentas del trabajo.
Los contribuyentes mayores de 65 años soportan un tipo sobre la renta del 7%, mientras que éste oscila entre el 8% y el 10% para el tramo de entre 45 y 64 años
Ya en los últimos 30-40 años se ha producido "una caída en la participación de la renta del trabajo" sobre la renta total, debido al progreso tecnológico, la automatización y las cadenas globales de valor, y también algunos economistas defienden que "el envejecimiento poblacional juega un papel en la tendencia secular de caída de la participación de los salarios en el PIB".
Menos ingresos por consumo
Según el estudio, los contribuyentes mayores de 65 años soportan un tipo sobre la renta del 7%, mientras que éste oscila entre el 8% y el 10% para el tramo de edad entre 45 y 64 años. "Se deduce que, a medida que la población envejezca, los ingresos fiscales provenientes del impuesto sobre la renta serán menores que aquellos que se conseguirían con una estructura poblacional más joven".
También se producirá una caída de los ingresos por parte de los impuestos directos, como el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA). Esto se debe a que la composición del consumo varía a lo largo del ciclo vital, entre otras cosas porque los hogares de más edad tienden a preferir estar en casa que consumir en el exterior.
Además, esos hogares "consumen más servicios sanitarios, generalmente gravados a un tipo menor, y menos bienes gravados con impuestos especiales, tales como alcohol, tabaco o combustible". Por ello, "los tipos efectivos sobre el consumo serían ligeramente menores a edades más avanzadas, fruto de la diferente composición de la cesta de consumo a lo largo del ciclo vital".
Hace falta una estrategia amplia para abordar las consecuencias del nuevo paradigma demográfico"
Por ello, el experto sugiere una reforma fiscal para adaptar el esquema impositivo a las nuevas características de la población.
" El cambio en el paradigma demográfico supone un reto en muchas otras dimensiones clave de la economía, tales como el crecimiento potencial o la política monetaria, que a su vez interaccionan con la política fiscal. De este modo, se hace imprescindible que los responsables de política económica adopten una estrategia amplia para abordar las consecuencias del nuevo paradigma demográfico", concluyen.