El primer ministro griego, Alexis Tsipras, se ha comprometido este jueves a "poner fin de una vez por todas" a las políticas de austeridad de la Unión Europea y a negociar con firmeza un nuevo acuerdo para Grecia.
"Grecia ya no aceptará más órdenes, especialmente órdenes recibidas por correo electrónico", ha aseverado. En declaraciones realizadas en el Parlamento después de un recorrido por varias capitales europeas, Tsipras ha afirmado que su nuevo Gobierno no dará marcha atrás en sus promesas y que los votantes no se dejarán engañar de nuevo.
Tsipras ha querido lanzar un mensaje de tranquilidad a los propietarios de depósitos al anunciar que estos "están garantizados", en respuesta al anuncio del BCE de que no aceptará los bonos griegos como garantía en sus operaciones de refinanciación. "Aseguramos que los depósitos en los bancos griegos están completamente garantizados", dijo Tsipras en un discurso combativo en la primera reunión del grupo parlamentario de Syriza, celebrada pocas horas después de que el BCE tomara la decisión de no aceptar, a partir del 11 de febrero, los bonos helenos porque no está claro si Grecia va a acogerse a un nuevo programa de rescate europeo.
Emboscada a Grecia en el próximo eurogrupo
“O cumplen (los griegos) o saldrán muy, muy perjudicados. No se va a aceptar el chantaje de Varoufakis. El BCE ya les ha dado la primera vuelta de tuerca”, explicaba una fuente al tanto de las conversaciones en las instituciones europeas, tal y como avanzaba este jueves Vozpópuli. El ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, se dirige hacia una encerrona en la que corre el riesgo de sufrir una seria humillación a manos de Alemania y el BCE.
La reunión de los ministros de Finanzas que se celebrará antes del Consejo Europeo del 12 de febrero, y en la que se va a discutir qué hacer con los griegos, pondrá en un aprieto al nuevo Ejecutivo heleno. Se necesitará cierta unanimidad, algo difícil teniendo en cuenta los hechos recientes que evidencian la emboscada hacia la que se dirigen los nuevos dirigentes en Atenas. El anuncio del BCE de que no iba a aceptar los bonos como garantía para financiar los bancos helenos y la ortodoxia de Berlín, que no permitirá un impago de la deuda, complican la posibilidad de un acuerdo fácil y rápido que pretendía Syriza.