CaixaBank borra la huella de Bankia en su cúpula. José Ignacio Goirigolzarri presentó ayer de forma sorpresiva su dimisión, con efectos desde enero de 2025, cuando será relevado por Tomás Muniesa, un histórico de la casa. Pero el presidente perderá desde ese momento cualquier poder ejecutivo, una cesión a la que Goirigolzarri no estaba dispuesto, según trasladan a Vozpópuli distintas fuentes financieras.
El Banco Central Europeo (BCE) lleva tiempo presionando a CaixaBank para cambiar el modelo de su cúpula y despojar al presidente de las funciones ejecutivas, como es habitual en Europa. Tras la compra de Bankia, Goirigolzarri se mantuvo como presidente, pero a costa de perder parte de sus poderes ejecutivos: sólo retuvo auditoria, comunicación y relaciones institucionales. Tras el relevo, Gonzalo Gortázar, consejero delegado desde 2014, acaparará todo el poder, como quiere el BCE.
Pero en el seno de CaixaBank se considera una “coartada” apuntar directamente al supervisor único como causa de la renuncia de Goirigolzarri, como indican fuentes próximas al banco. De hecho, según las fuentes consultadas, la relación directa entre el todavía presidente y Gortázar se había deteriorado en los últimos meses.
El Gobierno está alargando su presencia en el capital de CaixaBank tras heredar un 17% de la fusión con Bankia, a contracorriente de otros países europeos, que están acelerando la privatización de los bancos rescatados
“Goirigolzarri está acostumbrado a mandar y empezaba a pisar terreno al CEO”, señalan fuentes cercanas a la cúpula. Estos ‘roces’ se empezaron a hacer más visibles en el último año y medio, que finalmente han precipitado la renuncia del presidente. Además, Goirigolzarri tenía que renovar en pocos meses su mandato tras cumplir los cuatro años desde su nombramiento, y tampoco habría tenido garantizado permanecer como presidente institucional.
Salida elegante
La dimisión y el rediseño de la cúpula para convencer al BCE se articularon como la “solución elegante” para la salida de Goirigolzarri, como coinciden fuentes del sector. Dentro del propio banco ya habían surgido voces críticas con la gestión del presidente.
CaixaBank y Bankia pactaron su fusión a finales de 2020 por la presión sobre los ingresos en medio de la pandemia. Pero lo que se anunció como una integración ha sido a todas luces una compra, con un goteo incesante de salidas de ex directivos del banco rescatado en 2012. De hecho, ya sólo quedarán tres independientes procedentes de Bankia (Joaquín Ayuso, Eva Castillo y Francisco Javier Campo) de los 17 miembros que conforman el máximo órgano de gobierno.
Tras la operación, Goirigolzarri no sólo perdió funciones ejecutivas, sino que se quedó sin su mano derecha desde los tiempos más convulsos de Bankia: José Sevilla. El actual presidente no ejecutivo de Unicaja fue además quien se encargó de forma directa de hacer los números para que la operación con CaixaBank saliera adelante.
Goirigolzarri salió de BBVA tras chocar con Francisco González. Pactó una pensión vitalicia de tres millones al año
La huella de Bankia también se ha borrado casi al completo de la primera línea directiva de CaixaBank. De los 16 miembros del comité de dirección, liderado por Gortázar, sólo dos tienen pasado de la entidad que recibió una inyección de dinero público de más de 24.000 millones de euros. Se trata de David López Puiz y Eugenio Solla. El primero de ellos fue pieza clave en la integración de plantillas, como director adjunto de Recursos Humanos. Solla, que fue director del Gabinete de Presidencia de Goirigolzarri, se encarga de liderar la estrategia de Sostenilidad, una división que gana fuerza pero sin peso en la cuenta.
Sin indemnización
Goirigolzarri tiene derecho a percibir un año de su salario fijo como ‘pacto de no competencia’, que ascendería a unos 1,7 millones, la última cuantía que recibió por esta partida. “Esta compensación será satisfecha en doce mensualidades iguales, la primera pagadera al término del mes natural en que se extinga el contrato de servicios. El incumplimiento del pacto de no competencia post-contractual dará lugar al abono a CaixaBank por parte del consejero ejecutivo de un importe equivalente a una anualidad de los componentes fijos de su retribución”, consta en el contrato del presidente saliente.
Goirigolzarri no tiene plan de pensiones y tampoco tendrá derecho a la indemnización contemplada por CaixaBank como concepto de indemnización por presentar su dimisión. Tras su cese en BBVA, donde llegó a ser consejero delegado, pactó una pensión vitalicia de tres millones al año tras varios choques con Francisco González.
Curiosamente, uno de los pocos rastros de Bankia en CaixaBank es la participación que mantiene el Estado, del 17%, como herencia de la fusión. Y tiene visos de alargarse más de lo previsto.
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