El entusiasmo por la colocación de Novagalicia a Banesco por 1.003 millones se encauzó en un mensaje por parte del FROB. “Ojalá que esta venta suponga un cambio de tendencia y eso de vender por un euro pertenezca al pasado”, reconocían, en diciembre pasado, desde el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria. Sin embargo, la subasta de Catalunya Caixa, que se inicia esta semana, parece condenada a regresar a la vieja fórmula del pago de un euro a cambio de millonarias ayudas para el comprador. Hasta la fecha, la entidad catalana ha recibido más de 12.000 millones en dinero público.
La banca nacional, de donde saldrá el nuevo dueño de Catalunya Caixa, salvo que el FROB logre convencer a algún fondo internacional, sólo está dispuesta a pujar por la entidad catalana si el Gobierno concede un nuevo paquete de ayudas. Bien sea a través de un esquema de protección de activos, para cubrir las potenciales pérdidas de las carteras heredadas, mediante una ayuda directa o la posibilidad de que el comprador pueda apuntarse los 3.534 millones en activos fiscales diferidos que elevarían la solvencia del comprador.
"Mirar vamos a mirar los números de Catalunya Caixa, pero la oferta en firme dependerá de si hay ayudas o no. Parece que la situación de la entidad no es muy buena y sería lógico pensar en cubrir riesgos", explican desde el sector.
Los bancos interesados han trasladado al Gobierno estas intenciones durante las últimas semanas en las que el FROB y N+1, el banco colocador, han venido pulsando el interés de cara a abrir la tercera subasta por Catalunya Caixa. Pese a que las entidades valoran el esfuerzo en el adelgazamiento de la entidad, los futuros compradores quieren protegerse ante el deterioro de Catalunya Caixa en estos últimos años que se ha traducido en una estructura de negocio con diferenciales mínimos. “Tiene una amplia base de hipotecas con cláusulas suelo que no sólo suponen un peligro ante una eventual prohibición por parte del Banco de España sino que es uno de los condicionantes de los pobres márgenes”, sostienen desde varios interesados.
Ni siquiera la salida de paquetes de negocio deteriorados, como la venta de carteras de créditos fallidos a Aigon Capital por 1.480 millones, la colocación de la red de fuera de Cataluña, por la que pujan Popular, EVO y dos fondos de inversión, o la puesta en el mercado de una cartera hipotecaria de 7.000 millones, parecen ser suficientes para pagar por Catalunya Caixa. “Su actual base de clientes puede ser rentable dentro de algún tiempo, pero no en los próximos cinco años”, reconocen desde el sector.
Incluso, dos de estas operaciones, pueden conllevar la concesión de nuevas ayudas. El FROB contempla la posibilidad de ofrecer nuevas garantías para incentivar la venta de esta millonaria cartera hipotecaria, según fuentes conocedoras de la operación. Esta cartera no llegaría a ser fallida (créditos impagados), sino que aglutinaría préstamos en riesgo de mora por parte de la caja catalana. Entre las posibilidades que se contemplan, el mecanismo podría articularse a través de un aval, que rondaría entre los 1.000 a 1.500 millones, que facilitaría al comprador de la cartera un colchón en caso de que se generen más impagos de hipotecas de los previstos.
Mientras, la venta de la red de fuera de Cataluña también podría desembocar en la concesión de nuevas ayudas públicas. Incluso alguna de las ofertas que ha recibido el FROB así lo contempla, según confirman fuentes conocedoras del proceso. Ninguno de los potenciales compradores han querido comentar este extremo.
La subasta de Catalunya Caixa arrancará esta semana con mucho retraso sobre el calendario que manejaba el FROB al cierre del pasado ejercicio. Tras la venta de Novagalicia, el fondo de rescate confiaba en una apertura rápida del proceso. Incluso confiaba en que el proceso estuviese resuelto a lo largo del primer trimestres. Ahora, el ministro Luis de Guindos asegura que se privatizará antes del verano.
En septiembre pasado, La Caixa trasladó a N+1, en el presounding que realizó con los posibles interesados, que estaba dispuesta a hacerse cargo de Catalunya Caixa a cambio de 2.500 millones entre ayudas fiscales y esquemas de protección, justo el doble de lo que solicitaban Santander y Popular. Como entonces, BBVA no parece muy dispuesto a entrar en la puja, al tener una cuota de negocio relevante en Cataluña tras la compra de Unnim. Sabadell, por su parte, se ha autodescartado.