En el penúltimo Consejo de Ministros, el Ejecutivo estudió si precisaba hacer nuevos recortes para embridar el déficit y compensar tanto el alza de las pensiones como la ausencia de un tijeretazo a la paga extra de los funcionarios. Sin embargo, a la luz de los esperanzadores datos que revelaban un leve repunte de la economía, decidió que podía descartar el ajuste.
Fecha y lugar, el Consejo de Ministros del 26 de julio. Toca repasar cómo va la prioridad máxima, las cuentas públicas. En el Gobierno se respira una cierta preocupación porque la deuda pública ronda peligrosamente al entorno del 90 por ciento del PIB. La espiral de endeudamiento está aún lejos de reconducirse, y si los mercados perciben que la senda del déficit público no se controla, la prima de riesgo podría desmandarse de nuevo.
Por eso, los ministros repasan el estado de las cuentas. Los intereses de la deuda siguen subiendo, en este ejercicio alrededor de un 10 por ciento; las pensiones engordan a razón de un 5 por ciento interanual; pese al menor número de empleados públicos y por tanto menor gasto en sueldos, el capítulo de personal se eleva un poco más del 1 por ciento debido a que se incrementa el desembolso en las pensiones de los funcionarios. En definitiva, el conjunto del gasto repunta en un 1 por ciento hasta junio según la contabilidad de caja. La cosa no pinta del todo bien.
Para colmo, este año no se contará ni con la amnistía fiscal, ni con los 4.500 millones de la supresión de la paga extra de los funcionarios. La recaudación por IRPF no da para más después de haberse agotado los efectos de la subida de 2012, y aún hay que rebajar el desfase presupuestario desde el 7 por ciento al 6,5 por ciento del PIB, en total un tajo añadido de unos 5.000 millones.
Los puntos a favor
Por el lado de las buenas nuevas, una que vez se empieza a diluir el impacto de las devoluciones que se desplazaron desde 2012 a 2013 para cuadrar el déficit, la caja por IVA empieza a arrojar cifras consistentes con el alza fiscal y remonta un 5,6 por ciento (hasta un 12 sin devoluciones). Los impuestos especiales ingresan un 5,9 por ciento más, y sustraída la influencia de las devoluciones el IRPF se encoge un 2,7 por ciento y no el 5,5 por ciento.
Además, el ritmo de las devoluciones que corresponden a este ejercicio se agilizó, y ello también hará que los ingresos se recuperen más adelante. El mayor problema quizá radica en Sociedades, un impuesto cuya caja se ha derrumbado hasta un 50 por ciento pero que Hacienda espera endurecer de aquí a final de año para recabar más, en especial de las grandes empresas.
Por otra parte, todos los capítulos, desde la inversión a Sanidad pasando por las subvenciones se están recortando. Se ha entregado a las Comunidades un 1,3 por ciento más de su sistema de financiación, pero en cambio se les ha enchufado mucho menos por transferencias respecto al año pasado, aproximadamente un 25 por ciento menos. Por lo general, las Autonomías tienen bastante más contenidas sus necesidades presupuestarias este año.
Debido a que muchos se quedan sin prestación, a que se han endurecido las condiciones de acceso a los subsidios para los mayores de 55 años y a que se ha recortado la prestación por desempleo a partir del séptimo mes del 60 al 50 por ciento de la base regulatoria, el gasto en desempleo se reduce. Aunque se ha habilitado un crédito extraordinario de unos 5.800 millones, ahora se considera que no hará falta utilizarlo. En junio, el desembolso por esta partida ha descendido un 5,5 por ciento respecto al mismo mes del año pasado.
Aun así, haciendo balance entre unos factores y otros, el déficit marcha algo peor de lo previsto. No obstante, los ministros ponen sobre la mesa los indicadores de la economía. Y la evolución del PIB, la robustez del sector exterior, la rebaja de la prima de riesgo, la mejoría en Europa y, sobre todo, la generación de empleo convencen al Gobierno de que no hará falta un nuevo ajuste.
A la espera de lo que suceda en otoño, en el Consejo de Ministros del 26 de julio, el Ejecutivo llegó a la conclusión de que bastará con la ligera reactivación que se proyecta de aquí a final de año para lograr un avance de los ingresos y una contención de los gastos que contribuya a cuadrar las cuentas y cumplir así los compromisos de déficit.