El presidente Mariano Rajoy tiene por delante otra batalla en un Consejo Europeo. Este miércoles tendrá que defender en Bruselas que el modelo chipriota de quitas a los depositantes no se aplique a los rescates de bancos en Europa.
En la agenda oficial se discutirán asuntos de energía y paraísos fiscales. Pero, según fuentes europeas y del sector financiero, los líderes de la UE también tienen que tratar los rescates bancarios. Han de decidir pronto qué fórmula se adopta para los salvamentos de bancos en tanto en cuanto no se fije un sistema oficial de resolución de entidades, cuya aprobación amenaza con eternizarse.
El próximo Consejo Europeo de junio establecerá las reglas para una unión bancaria descafeinada y, por lo tanto, sin un sistema de liquidación de entidades. La directiva Europea que lo regulará puede tardar uno, dos o hasta cuatro años, sostienen fuentes de Bruselas. Y ello implica que Europa ha de ponerse de acuerdo sobre qué esquema se emplea en el ínterin.
¿A por los depositantes?
El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, ya ha declarado en público que los Estados solventes pueden hacer lo que estimen oportuno con sus instituciones financieras auxiliadas, siempre y cuando aporten ellos los fondos. Alemania manda, y podrá así rescatar cómo y cuándo quiera, protegiendo en todo momento a sus depositantes.
Evidentemente, otra cosa muy distinta sucederá con aquellos que no puedan costeárselo. El presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, ya se mostró a favor de seguir el orden de prelación habitual en las liquidaciones concursales, cargando primero las pérdidas contra los accionistas, luego los acreedores y, finalmente, los depósitos por encima de 100.000 euros.
Éste es el formato lógico que define la ortodoxia económica. Sin embargo, como en la manida plegaria de San Agustín, hazme casto pero no hoy. En las actuales circunstancias, la noticia de que unos depósitos estén más seguros en unos países que otros podría provocar una nueva fuga de capitales desde la periferia al norte. “Precisamente ese miedo a un pánico obligó a Dijsselbloem a retractarse con el rabo entre las piernas. No obstante, los países del norte están muy aguerridos y han vuelto a la carga. Rajoy y el bloque del sur tendrán que emplearse a fondo para que se imponga el sentido común”, destacan fuentes europeas.
La presión germana
Para colmo, en un ‘off the record’ con periodistas europeos, la canciller Merkel lamentó hace escasos días que España no hubiese aprovechado todos los fondos del rescate bancario. Alemania fue uno de los países que insistió en que el Gobierno de Rajoy tomase cuanto menos mejor de la ayuda europea para las entidades españolas, por lo que este ataque se ha interpretado en los círculos de Madrid como un pulso a la hora de negociar los términos de la unión bancaria, las medidas del BCE y, sobre todo, el próximo examen de la EBA.
“Los alemanes ya se las han apañado en repetidas ocasiones para desplazar todo el foco hacia los bancos periféricos. Quieren evitar otra vez que sus cajitas se expongan y están forzando para negociar. En cambio, las naciones pequeñas del norte propugnan el modelo de quitas sobre los impositores al estilo chipriota porque ven que pueden tener que asistir a sus propias entidades y no quieren gastar más en ayudas a la periferia”, explican fuentes financieras.