Una vez obtenido el 6,7 por ciento de déficit en 2012 excluidas las ayudas a la banca, el presidente Rajoy ha fiado toda su estrategia para 2013 a una mejora de la actividad en Europa que tire de la economía española y evite mayores recortes, en contra de las previsiones de la mayoría de organismos internacionales.
Sin embargo, partidas como las pensiones, los intereses de la deuda o las prestaciones del paro pueden seguir engordando en 2013. Y aunque el sector exterior aguanta el tipo de modo ejemplar, las exportaciones se están ralentizando, arrastradas por la atonía de la eurozona. Al final, todos estos factores podrían conjugarse para abocar al Gobierno a nuevos ajustes durante este año.
En su informe de invierno, la Comisión Europea ha situado el déficit de España para 2013 en el 6,7 por ciento. Incluso si la meta de déficit de 2013 se flexibiliza hasta el 5,3 o el 5,5 por ciento, aún quedaría un ajuste pendiente según los números de Bruselas de entre 1,2 y 1,4 puntos, en una horquilla que oscilaría desde los 12.000 a los 15.000 millones de euros. Una cifra curiosamente cercana al ajuste de Zapatero de mayo de 2010, que rondó los 15.000 millones.
Pros y, sobre todo, contras
A su favor, el Gobierno cuenta con que la subida del IVA y los tijeretazos de las Comunidades en educación y sanidad tendrán efecto durante todo el año y no sólo al final del ejercicio, como ocurrió en 2012.
Sin embargo, los lastres en las cuentas del Gobierno se acumulan y harán muy complicado el camino hacia la austeridad durante 2013.
La reforma de la Administración recoge un ajuste de 3.500 millones en este ejercicio. Pero ésta va a tardar todo un año en aprobarse y sigue orientada a eliminar duplicidades, sin suprimir directamente diputaciones y ayuntamientos, ergo parece que los ahorros no se acercarán ni de lejos a las cantidades tan cacareadas por el Gobierno.
En 2012, Hacienda adelantó el cierre de las cuentas al 7 de noviembre y, por lo tanto, ha trasladado una parte de los gastos al año que viene. Y otro tanto ocurre con las devoluciones de impuestos, pues la Agencia Tributaria las ha disminuido y, por consiguiente, bajo este epígrafe también se han traspasado varias décimas de déficit a este ejercicio.
Además, una porción del espectacular incremento logrado en el impuesto de Sociedades, del 29 por ciento hasta los 21.345 millones, se ha anticipado y se tendrá que reintegrar en 2013.
Sin todos estos retoques, algunos economistas consideran que el déficit, una vez restadas las ayudas bancarias, habría superado ligeramente el 7 por ciento del PIB en lugar del 6,7.
Las partidas irreductibles
Algunos de los recortes de 2012 han sido temporales y por el momento no se repetirán en 2013, como la supresión de la paga extra de los funcionarios o la revalorización parcial de las pensiones.
Para colmo, una serie de partidas de los presupuestos están cautivas y alcanzan cotas muy voluminosas: las pensiones, los salarios de los empleados públicos, los intereses de la deuda y las prestaciones por desempleo.
El gasto en prestaciones por desempleo se ha reducido desde 2009, cuando se disparó hasta los 32.700 millones. Pese a que hay 1,6 millones más de parados, este capítulo ha descendido debido al número de desocupados de larga duración que han agotado la ayuda y a la emigración. Ronda ahora los 31.700 millones, lo que aun así supone una desviación sustancial desde los 28.000 previstos en los Presupuestos de 2012.
Para este ejercicio, el Gobierno espera que se quede en los 26.696 millones, gracias al recorte de la prestación a partir del sexto mes desde el 60 al 50 por ciento de la base reguladora. Sin embargo, otra vez, tanto ahorro se antoja injustificado.
La remuneración de los asalariados públicos ha menguado en 10.000 millones, desde el récord de 125.710 millones de 2009 a los 115.000 millones en 2012, de acuerdo con la previsión anualizada. No obstante, el Gobierno ya reconoce que este apartado volverá a crecer durante 2013 en unos 2.000 millones.
El coste anual de las pensiones ha subido desde los 94.000 millones en 2009 hasta los 106.000 millones de la actualidad. En ese tiempo se han añadido unos 400.000 pensionistas, que son más longevos y cobran jubilaciones más caras. En total, hay ya 9 millones de pensionistas para 16 millones de trabajadores. Y este desequilibrio podría acentuarse a lo largo de 2013 conforme cae aún más el número de ocupados.
Los analistas calculan un déficit para el conjunto de la Seguridad Social, incluyendo paro y Fogasa, de unos 11.000 millones en 2013, después de que el Ejecutivo aporte unos 7.000 millones para financiar pensiones no contributivas. Ello implica un nuevo desvío para las arcas del Estado de unos 8.000 millones sobre los 10.000 millones de déficit en 2012.
El servicio de los intereses de la deuda se ha desbocado en 12.000 millones hasta los 31.000 millones en 2012. La previsión de cara a 2013 sobrepasa los 38.000 millones y podría elevarse todavía más si continúan las incertidumbres en los mercados.
Ingresos y Gastos
El 2007 representa el pico de la historia recaudatoria de España con 200.676 millones de euros para la hacienda pública. Entre 2007 y 2009, los ingresos tributarios se desplomaron hasta los 144.023 millones. Es decir, al comienzo de la crisis la recaudación cayó en 63.000 millones al tiempo que los gastos repuntaron en 71.000 millones.
Desde 2009, año de mayor desfase presupuestario al situarse en el 11,2 por ciento del PIB, los ingresos han mejorado en unos 18.000 millones, y el nivel de gasto ha disminuido en unos 30.000 millones. El Gobierno ha cubierto una parte de la brecha. Pero queda una buena escalada por delante.
Ahora el déficit se ubica en el entorno del 10,2 por ciento del PIB según la Comisión, de los que unos 3,2 puntos son ayudas a la banca y por lo tanto no se repetirán en 2013. Ello deja el déficit de 2012 en el 6,7 por ciento, desde el 8,9 por ciento de 2011, el cual ascendió hasta al 9,4 debido a las inyecciones a las entidades.
La recaudación de 2013
Las alzas impositivas de Montoro han logrado recomponer un poco la recaudación. La presión fiscal, lo ingresado sobre PIB, se había erosionado hasta niveles de cerca del 30 por ciento. Hasta Grecia nos superaba en la recaudación sobre PIB. Pero de ahí a que en el año que viene se recaben unos 14.000 millones más, tal y como plantea Hacienda, se vislumbra harto difícil.
Todos los analistas y el propio Ejecutivo coinciden en que el consumo y la inversión persistirán en su estado catatónico a lo largo de este año. Pero la Comisión y el Gabinete de Rajoy discrepan en la evolución del PIB. Mientras que Bruselas nos da un -1,4 por ciento, el Gobierno aventura un -0,5 por ciento. La diferencia entre unas previsiones y otras radica en el peso que se atribuya a la mejora de las exportaciones en los próximos meses.
Y éstas han ganado aproximadamente un 3 por ciento en el último año, a pesar de una recesión en la eurozona del 0,6 por ciento. Semejantes avances suponen que el sector exterior cope ya un tamaño jamás visto: el 33 por ciento del PIB.
Sin embargo, el ritmo de crecimientos de las exportaciones se ha desacelerado, desde el 16 por ciento en 2010, al 7 por ciento en 2011 y casi el 3 por ciento en 2012.
El Gobierno español prevé que éstas retomen fuerza y recuperen tasas de incrementos del 6 por ciento, apuntaladas por una recuperación de la eurozona. Pero tales estimaciones no se perciben en un horizonte tan próximo como le gustaría al Ejecutivo de Rajoy. Según las previsiones de la Comisión, el PIB de la eurozona se contraerá un 0,3 por ciento. Nuestros principales mercados, Alemania y Francia, apenas remontarán un 0,5 y un 0,1 por ciento respectivamente. Por lo que no se puede esperar de ellos que contribuyan a otra revitalización inaudita de las exportaciones.
Con el empleo deteriorándose aún más durante este año al seguir aminorándose la actividad, no parece que las cuentas del Ejecutivo estén tan bien atadas para 2013 y, muy seguramente, precisarán nuevos ajustes.