Parecía una subida de manual pero, por el momento, el diésel se librará de una subida de impuestos para 2017. La revisión de la fiscalidad de los hidrocarburos no está actualmente encima de la mesa de las negociaciones que el Ejecutivo del Partido Popular está llevando a cabo con Ciudadanos, su socio de gobierno. Al menos, a corto plazo. Todo apunta a que la historia no será igual a lo largo de la legislatura.
Tras la constitución del nuevo Gobierno, tras diez largos meses en funciones, las primeras cábalas apuntaban a inminentes subidas fiscales, entre las que se daban por hecho las de los impuestos sobre el Valor Añadido (IVA), el de Sociedades y los de hicrocarburos, con especial incidencia en el diésel. No obstante, fuentes de Hacienda descartan a día de hoy que el área de hidrocarburos vaya a ser objeto de una subida de impuestos para el año que dará comienzo en poco más de un mes. “Los hidrocarburos no se tocan”, señalan de manera tajante.
Fuentes próximas al sector energético ratifican que una hipotética subida de los impuestos que gravan los combustibles no está encima de la mesa en la que se negocian los planes económicos y fiscales para 2017. El Gobierno tiene la intención de gravar las energías contaminantes en el medio plazo y, al mismo tiempo, incentivar el consumo de las más limpias. “Pero la medida no será inminente, acabará tomando a lo largo de la legislatura”, apuntan.
El objetivo de déficit
De este modo, serán otros impuestos especiales los que sufran de forma inmediata la revisión al alza que prepara el Gobierno con vistas a confeccionar un plan que contribuya a la reducción del déficit público y poder, de este modo, cumplir con los objetivos negociados con la Comisión Europea para los próximos años.
Así, por el momento el Ejecutivo de Mariano Rajoy evitará un encarecimiento de las gasolinas vía impuestos, la única forma que tiene de intervenir en el precio de los combustibles desde que se liberalizó el sector. Por el momento, la factura de la gasolina sigue dando una tregua a los consumidores, toda vez que el crudo no termina de despegar por las dudas en torno a las negociaciones de la OPEP en torno a un recorte de producción, tanto en el seno del propio cártel petrolero como con el resto de grandes productores que no pertenecen a la organización con sede en Viena.
Una subida del precio del diésel repercutiría igualmente en los precios de un buen número de productos que llegan a los puntos de distribución por carretera. En este sentido, los transportistas se habían posicionado en contra de una hipotética subida que, no obstante, parece inevitable a medio plazo, de acuerdo con la agenda prevista por el Gobierno para implementar una política fiscal más “verde”.