"Esta vez tiene que salir, no hay margen de error". Es el mensaje que circula por las respectivas plantas nobles del Ministerio de Fomento y de AENA con vistas a la privatización del gestor aeroportuario. El motivo es que el anterior y frsutrado proceso de venta de la empresa pública supone un pesado lastre que, además, puede cuantificarse: casi siete millones de euros se fueron en licitaciones enfocadas a una entrada de capital privado en AENA que no llegó a producirse.
Es decir, una cantidad que se tiró a la papelera de una compañía que arrastra una deuda superior a los 12.500 millones de euros y que acumula recurrentes pérdidas año tras año. Con todos estos condicionantes, cualquier paso en falso en el proceso actual sería nefasto. Por el momento, no se cumplen las fechas previstas y algunos de los interesados en entrar en la compañía insisten en que aún no es el momento ideal para proceder a su venta.
En 2011, el Gobierno entonces liderado por José Luis Rodríguez Zapatero inició un proceso de venta de AENA para lo que el Ministerio de Fomento, a cuyo frente estaba José Blanco, licitó una serie de contratos no sólo para sacar AENA a bolsa sino también para adecuar la empresa a la entrada de capital privado.
En la implantación del nuevo modelo de gestión de aeropuertos, que trajo consigo la escisión de AENA y la creación de la filial AENA Aeropuertos, el gestor licitó a comienzos de 2011 sendos contratos para el asesoramiento estratégico y apoyo técnico en este proceso. El primero fue a parar a AT Kearney mientras que el segundo fue adjudicado a KPMG. En total, AENA se gastó algo más de 3,5 millones de euros.
Posteriormente se licitó la asesoría jurídica, que fue a parar a manos del despacho hispano-luso Cuatrecasas Gonçalves-Pereira por cerca de 700.000 euros. Y, por último, la valoración económica y los servicios de banca de inversión. Estos últimos fueron adjudicados a Royal Bank of Scotland por un total de dos millones de euros.
Por el momento, AENA ha adelgazado su plantilla con un expediente de regulación de empleo (ERE) al que se han adscrito 1.160 trabajadores y que ha supuesto un elevado coste parta la compañía. El gestor aeroportuario ha adjudicado nuevamente servicios de asesoramiento tanto financiero como legal para retomar el proceso de la venta. Más partidas para añadir al coste final del proceso.
La circunstancia que preocupa más es la evolución de la deuda, que continúa siendo excesivamente elevada para que AENA resulte atractiva para los compradores. Bien es cierto que el entorno de los mercados ha mejorado algo en relación con el comienzo del pasado ejercicio, cuando decidió dejar a un lado la privatización. Sin embargo, no sucede lo mismo con las previsiones macroeconómicas parta España, lo que también es un factor a tener en cuenta para los futuros compradores.
AENA no es la única venta frustrada
Las estimaciones del Ministerio de Fomento apuntan a finales de año como fecha para que se haga efectiva la venta de AENA. No ha sido la única compañía estatal que ha protagonizado una venta frustrada. La OPV de Loterías y Apuestas del Estado se frenó a última hora, cuando ya se habían invertido cerca de 20 millones de euros en el proceso (que también se perdieron para siempre).
El Gobierno del PP se ha fijado en Paradores pero, por el momento, está procediendo a un ajuste en el grupo, con ERE incluido, que ha retrasado los planes de entrada del capital privado. Entre tanto, se está dando tiempo a que los entornos, tanto el macroeconómico como el de los mercados, comiencen a dar síntomas de mejora. Hasta ese momento, cualquier maniobra será tan fallida como los intentos frustrados anteriores, que sólo han generado un mayor agujero en las maltrechas cuentas de las sociedades públicas.