La historia de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) está marcada por dos grandes momentos que supusieron la parálisis de la actividad del regulador. El primero, durante 2005 cuando se trasladó la sede a Barcelona.
El segundo se está viviendo desde la segunda mitad de 2012 y en lo que llevamos de este año, coincidiendo con el proyecto del Gobierno de crear un nuevo superregulador que integrará las funciones que ahora, por separado, desarrollan la propia CMT, la Comisión de la Energía (CNE) y la Comisión Nacional de Competencia (CNC), además de otros organismos menores.
El presidente de la CMT, Bernardo Lorenzo, con el beneplácito de su consejo y de su cuerpo técnico, ha paralizado la mayoría de las decisiones importantes previstas sobre el mercado español de las telecomunicaciones en los últimos doce meses.
El supervisor de las telecos no ha tocado los temas más importantes pese a estar recogidos en el Plan de Actuaciones
No se ha afrontado el gran nudo gordiano de las telecomunicaciones, la revisión de los mercados de infraestrucutras fijas y servicios mayoristas de banda ancha (Mercados 4 y 5) para introducir más competencia, pese a que se anunció en el Plan de Actuaciones para 2013. Ni tampoco el mercado de empresas donde Telefónica es dominante, ni la nueva banda ancha Neba, ni las ofertas convergentes móvil/internet, entre otras muchas decisiones.
Lorenzo, que llegó al cargo a propuesta del PSOE tras dejar la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones en abril de 2011, ha optado por aparcar las reformas y medidas importantes y reducir al mínimo el protagonismo del regulador, en un claro guiño hacia el Gobierno, pero también hacia CiU.
“Una CMT dócil y callada es lo mejor para garantizar que se queda en Barcelona la subsede, como así va a ser gracias al acuerdo de CiU con el Gobierno; que ésta va a mantener sus competencias, frente a los primeros intentos de restarle sus principales funciones de regulación, registro, instrucción y resolución de conflictos; y que su presidente y quizá alguno de sus consejeros, puedan sentarse en el nuevo consejo”, afirma una fuente conocedora del proceso.
En el reparto de poder del nuevo organismo, la CNE ha caído en desgracia frente al peso que tendrán CMT y CNC
En los últimos días, el Gobierno ha intensificado los contactos con los grupos nacionalistas para ir diseñando el nuevo consejo de la CNMC, formado por nueve miembros más el presidente. Pese a sus esfuerzos por agradar a los ‘populares’, Alberto Lafuente, puesto de presidente en la CNE por el PSOE antes de las elecciones generales de noviembre de 2011, se quedará fuera del reparto de cuotas de poder.
El consejo de la CNE es el más marcadamente ‘proPSOE’, mientras que desde la CMT se cubrirán las cuotas de CiU (ha reclamado dos consejeros), PNV (se conforma con un consejero) y previsiblemente la que correspondería al principal partido de la oposición. Es ésta la baza que ha jugado Lorenzo.
Y la CNC, el organismo sobre el que pivotará el nuevo superregulador, que será el que surtirá el resto de consejeros para el reparto definitivo de las cuotas de poder.