Aunque a los adolescentes de ahora les resulte extraño que antes la gente se comunicara a través de la palabra con más de 140 caracteres, no hace tanto tiempo recibir una postal del lugar de vacaciones o escribir una carta a la familia si residía en otra ciudad eran gestos cotidianos de los españoles. Los buzones formaban parte del paisaje de cualquier entorno urbano y hasta el pueblo más pequeño disponía de un cartero al estilo de la famosa serie de TV de los años 70 ‘Crónicas de un pueblo’.
Pero pese a que la revolución digital ha transformado el hábito de los consumidores, la esencia del grupo Correos, el reparto de correspondencia o paquetería ha permitido una evolución del grupo de Correos, algo a lo que está acostumbrado desde su nacimiento hace 300 años.
Desde la aparición de los primeros buzones y carteros a mediados del siglo XVIII, pasando por la adopción del sello como forma de pago a partir de 1850, o la creación del Cuerpo de Telégrafos cinco años más tarde, el grupo Correos ha sabido adaptarse a los cambios sociales y económicos de cada época e incluso fomentarlos, como ocurrió con el impulso de la red de caminos y carreteras en el siglo XIX o la incorporación de la mujer ya en 1862 en el servicio telegráfico.
La capacidad logística del grupo ha permitido una reinvención de la empresa en plena era digital, como ha ocurrido con otros operadores, gracias a la competencia que firmas como Amazon han provocado en gigantes de la distribución. La experiencia de Correos en este campo, un equipamiento técnico capaz de clasificar hasta 6.000 paquetes a la hora, le convierte en una compañía preparada para afrontar de lleno el desafío digital de nuevas empresas necesitadas de un operador logístico.
De esta forma, aunque las nuevas generaciones vayan perdiendo cada vez más la costumbre de mirar el buzón para comprobar si han recibido una carta, probablemente seguirán reconociendo el emblema de una empresa triplemente centenaria que ha sabido adaptarse y anticipar los cambios sociales de cada época.
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