Ha sido, probablemente, la operación del año en el sector energético español. Tras casi tres décadas de presencia en al accionariado de Gas Natural, Repsol prepara los últimos detalles de su salida y, en su lugar, aterriza un poderoso fondo internacional como CVC. Otro más en un sector considerado como estratégico por España y todos los países de su entorno pero donde, al contrario que en éstos, cada vez hay menos presencia de capital nacional. Una circunstancia que no parece merecer los desvelos del Gobierno español, al contrario de otros casos, mucho más discutibles en principio, como el tan comentado de Abertis.
Apenas pasada la mitad de la anterior década, los cimientos políticos y empresariales parecieron temblar cuando Endesa, la otrora Empresa Nacional de Electricidad, Sociedad Anónima, pasaba a manos foráneas. Y, para más inri, a manos de una compañía pública italiana como Enel.
Al Gobierno de aquel momento, liderado por José Luis Rodríguez Zapatero, con Miguel Sebastián como responsable del sector desde la cartera de Industria, se le acusó poco menos que de alta traición. Por entonces, hacía ya bastante tiempo que Endesa era una compañía priva(tiza)da y, por lo tanto, expuesta a las leyes del libre mercado.
Pero, quien más quien menos, recordó que antes que la de Enel estuvo la opción de Gas Natural (por entonces, aún sin Unión Fenosa). E incluso antes, la fallida fusión con Iberdrola. Frustrada, por cierto, por un Gobierno de otro signo, el del Partido Popular, liderado por José María Aznar y con Rodrigo Rato a los mandos económicos.
Una crisis, un país en venta
Entre esos litigios y cruces de acusaciones llegó la crisis y España entera se puso a la venta. El paso de los inversores internacionales ha sido devastador. El rico emirato de Abu Dhabi tomó el control de Cepsa, segunda petrolera del país. Numerosos fondos de inversión adquirieron activos energéticos, como puntos de distribución, que las grandes del sector pusieron a la venta para combatir la tormenta. Mientras, otros compraron activos renovables que estaban en manos de empresas no relacionadas con la energía pero que se animaron con la excusa de la diversificación y con el verdadero estímulo de las generosas primas (hasta que se acabó la fiesta).
Actualmente, de las tres grandes compañías eléctricas y de gas en España, dos cuentan con mayoritaria presencia extranjera en su capital. Enel controla el 70% de Endesa; y los fondos GIP y CVC sumarán un 40% de Gas Natural, netamente por encima del 25% que mantendrá Criteria, el brazo inversor de Caixabank.
Mientras, Iberdrola no cuenta con un accionista de control como tal. Pero si cualquiera se asoma a los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) verá que el mayor accionista institucional es el emirato de Qatar, con algo más de un 8% del capital.
Otro ejemplo de llegada masiva de accionistas procedentes del exterior es el de la Compañía Logística de Hidrocarburos (CLH), responsable de gestionar el almacenamiento y gestión de hidrocarburos y productos petrolíferos. Enagás, su homólogo en el sector gasista, es otra de esas empresas "sin dueño", con más de un 85% del capital fluctuando libremente en Bolsa y con una presencia simbólica y residual del Estado a través de la SEPI, que sí es el accionista de referencia de Red Eléctrica, quizá la excepción en este escenario.
El Gobierno, informado
En el caso del aterrizaje de CVC en Gas Natural Fenosa, el Gobierno no puede darse por sorprendido. Fuentes conocedoras de la operación aseguran que Repsol tuvo informado en todo momento al Ejecutivo de los pasos que estaba dando para colocar en el mercado el 20% que le quedaba en la gasista, un movimiento previsible desde que en septiembre de 2016 resolviera su pacto con Criteria en la compañía entonces presidida por Salvador Gabarró y ambas se dejaran las manos libres.
De tal suerte, al Gobierno no ha parecido inquietarle el aterrizaje de CVC en Gas Natural, entre cuyos activos se encuentra, sin ir más lejos, una participación aproximada del 15% en Medgaz, el gasoducto que une España con Argelia y por el que llega buena parte del gas natural que se consume en el país.
Han sido innumerables las veces que el Gobierno se ha referido a esta conexión con Argelia como algo absolutamente estratégico. Sin embargo, el Ejecutivo no pudo hacer nada cuando Abu Dhabi puso a la venta la participación mayoritaria de Cepsa en la infraestructura gasista (para la que finalmente no encontró comprador). Tampoco tendrá margen de actuación si toman la misma decisión los grandes fondos que ahora mandarán en Gas Natural (y cuyo principal objetivo es rentabilizar la inversión de más de 7.600 millones de euros que han llevado a cabo en el menor tiempo posible, sin pararse a pensar si una determinada decisión es buena o mala para el país).
Un riesgo que no aplaca la entrada por sorpresa en la operación de CVC de Corporación Financiera Alba, el vehículo inversor controlado mayoritariamente por la familia March. Su presencia supone una pequeña cuota de españolidad que no deja tan sola a Criteria en el capital de Gas Natural frente a los gigantescos fondos.