En 2015 Geeksme era una empresa con apenas un puñado de empleados. Hoy son más de treinta y tienen que mudarse de sus oficinas en el centro de Madrid porque ya no caben.
Es la start up fundada por Rodrigo Silva-Ramos, directivo con una dilatada experiencia en el ámbito del emprendimiento tecnológico -Geeksphone, Blackphone, Urvan...- y Ángel Sánchez Díaz, que ha pasado por multinacionales como Telefónica, ZTE o Verifone, entre otras.
Son ellos quienes han dado vida digital a los colchones de la zaragozana Pikolín, que ahora analiza el sueño de miles de españoles a través de un sistema sensorizado incorporado en algunos de sus colchones capaz de detectar cuándo se levanta y acuesta el usuario y, lo más importante, si ha dormido bien o no, y establecer rutinas para descansar mejor.
Nuestro sensor para Internet de las Cosas costará menos de 50 euros, aunque trabajamos para tratar de rebajar su precio por debajo de los 40 euros"
En la empuñadura de su pistola también luce otra muesca, que en su día tuvo cierta notoriedad: un reloj capaz de analizar y puntuar las relaciones sexuales, el GME1.
Después de esa última aventura, de la que ya hace un par de años, están gestando el último producto. "Nos dimos cuenta de que los sensores para Internet de las Cosas se desarrollan para un uso concreto: localización, cambios de temperatura y humedad, movimiento... Pero normalmente por separado. Queríamos desarrollar un sensor universal para IoT (Internet de las Cosas) con todos los sensores en un espacio lo más reducido posible", explica Ángel.
El resultado es un dispositivo cuyo tamaño recuerda a una chapa -mide 3,4 centímetros de diámetro por 0,9 centímetros de grosor- al que se le pueden montar capas con sensores sin que su tamaño varíe notablemente: luz, humedad, GPS, temperatura, presión, brújula, acelerómetro, giroscopio... Por poder, es posible incorporar hasta un altavoz y un micrófono. Además, también dispondrá de un módulo que dotará al sistema de datos móviles.
Trabajamos en una adaptación que permitirá anclarlo a una raqueta de pádel para saber la cantidad de horas que se ha jugado, en qué orientación, con qué intensidad... También desvelará la forma en que se ejecuta cada golpe"
Cuenta con una certificación IP67, es decir, puede sumergirse hasta un metro bajo el agua sin miedo a que se estropee. El diseño industrial ya está finalizado y la empresa trabaja ahora en el sistema de circuitos que irá dentro de la carcasa. El precio del dispositivo es otra de sus bazas.
"El equipo estará por debajo de los 50 euros, aunque trabajamos para tratar de rebajar su precio por debajo de los 40 euros", explican. El dispositivo se lanzará comercialmente antes de abril de 2018.
El modelo de negocio se centra en empresas que deseen desarrollar soluciones IoT con el sensor (B2B, Business to Business), aunque Geeksme también lo lanzará con marca propia (B2C, Business to Consumer).
Medir el golpeo en el pádel
Rodrigo y Ángel bajan al terreno el sensor, al que internamente han bautizado como MUT (Modular Universal Tracker), aunque el nombre final será otro.
"Trabajamos en una adaptación que, por ejemplo, permitirá anclarlo cómodamente a una raqueta de pádel. El conjunto de sensores será capaz de saber la cantidad de horas que se ha jugado, en qué orientación, con qué intensidad... También desvelará el número de pelotazos que se han dado, como reveses o drives, y la forma en que se ejecuta cada golpe", explica Ángel.
En cuanto a la duración de la pila, depende del uso que se dé a los sensores. En el caso del MUT que estamos utilizando en raquetas de pádel la autonomía de su pila -de botón- es de unas 600 horas, aproximadamente.
Las aplicaciones del sensor son tantas como imaginación tenga el usuario, apostillan. "Se podría colocar en una nevera y saber cuántas veces abrimos la puerta antes de que pasemos por el supermercado a comprar leche, y establecer rutinas para saber cuándo va siendo hora de reponer viandas porque nos estamos quedando sin comida", concluye Ángel.