La guerra abierta entre Repsol y el Gobierno argentino por la expropiación del 51% de YPF ha dejado de ser un conflicto entre empresas para convertirse en un problema entre tres países: España, Argentina y México. Eso es lo que piensa el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, y así se lo manifestó a Mariano Rajoy en el almuerzo que ambos mantuvieron el pasado 19 de octubre en el marco de la Cumbre Iberoamericana de Panamá.
Poco o nada trascendió entonces de ese encuentro, más allá de las consabidas muestras de cordialidad (Peña Nieto destacó “el clima de acuerdos y de entendimiento” entre los dos países).
Pero en esa comida de casi hora y media se trataron otros temas menos cordiales y de actualidad más candente. Según ha podido saber Vozpópuli de fuentes políticas directamente conocedoras del encuentro, el presidente mexicano mostró su malestar a Rajoy por el nivel de enquistamiento al que ha llegado la guerra entre Repsol y el Gobierno argentino y la poca diligencia, según él, con la que la dirección de la petrolera española está buscando una salida negociada al problema.
El presidente de México se quejó del enquistamiento de la guerra entre Repsol y Argentina y de la poca diligencia de la dirección de la petrolera en la búsqueda de un acuerdo
Peña Nieto, que en diciembre cumplirá un año en el cargo, pidió en tono comedido al presidente español su mediación para desbloquear el conflicto que libran a tres bandas Repsol, YPF y Pemex.
Las negociaciones para buscar una salida negociada entre Repsol y el Gobierno argentino están completamente rotas. Y eso está afectando directamente a Pemex, la petrolera estatal mexicana, que además de accionista histórico de la española con un 9,4%, pretende aliarse a YPF para explotar los valiosos yacimientos de petróleo y gas de Vaca Muerta, tal y como han confirmado en diferentes ocasiones altos ejecutivos y consejeros de las dos compañías.
Pero la petrolera que preside Emilio Lozoya, que llegó al cargo de la mano de Peña Nieto, no puede invertir junto a YPF porque se arriesgaría a ser demandada por Repsol por explotar pozos que le fueron expropiados en abril de 2012 por la presidenta Kirchner.
México tiene limitada su inversión en Argentina porque Repsol amenaza con demandar a Pemex si se alía con YPF para explotar los pozos de petróleo expropiados por Kirchner
Así ha ocurrido con la estadounidense Chevron y la argentina Bridas, a las que Repsol ha llevado ante los tribunales internacionales por asociarse con YPF para explotar Vaca Muerta.
Es ahí donde el presidente mexicano considera que el problema trasciende de lo meramente empresarial a lo nacional.
Pemex es la principal compañía de su país y sus decisiones son soberanas como las del Gobierno mexicano, defienden desde el DF, pero la estrategia de Antonio Brufau, presidente de Repsol, decidido a defender los legítimos intereses de la española, está limitando esta soberanía a la hora de realizar inversiones en otro "país amigo como Argentina". Máxime en un momento en el que Peña Nieto ha dado un giro a la política exterior mexicana para mirar más a Latinoamérica, en lo político y en lo económico.
Rajoy recordó al presidente mexicano que el Gobierno ha intentado por todos los medios buscar una salida negociada con Argentina, hasta ahora sin éxito
Según las fuentes políticas consultadas, Rajoy recordó a su homólogo mexicano que la expropiación fue arbitraria y que el Gobierno español ha hecho todos los esfuerzos por buscar una salida negociada (los ministros Margallo y Soria han realizado diversas gestiones a todos los niveles).
El presidente español acudió al encuentro con un dossier elaborado por el equipo de Álvaro Nadal en la Oficina Económica de Moncloa para argumentar por qué es tan difícil llegar a un acuerdo con el Gobierno Kirchner y aceptar una oferta trampa como la que trajeron a Madrid el presidente de Caixabank, Isidro Fainé, en calidad de accionista de Repsol, y posteriormente Emilio Lozoya.
Con esta oferta de acuerdo bajo el brazo, el primer ejecutivo de Pemex citó, el pasado 2 de junio en el hotel Arts de Barcelona, a Fainé, a Manuel Manrique, presidente de Sacyr (10% de Repsol) y al propio Brufau. El encuentro fue tenso y ya entonces Lozoya advirtió a los otros accionistas de Repsol y a su presidente de que urgía la firma del acuerdo para que pudiera ser presentado públicamente a tres bandas por los presidentes Rajoy, Kirchner y Peña Nieto, en una especie de acto formal o ceremonia de firma de la paz.
Lozoya se reunió en junio con Brufau, Fainé y Manrique y les urgió a firmar con celeridad la propuesta de Argentina para que Rajoy, Peña Nieto y Kirchner escenificaran la firma de la paz públicamente
Brufau se comprometió a llevar la propuesta a su consejo de administración, que por unanimidad (incluido el representante de Pemex) lo rechazó por ser "insatisfactorio" y basado en "activos sobrevalorados". La oferta de Argentina que enarboló Pemex proponía un acuerdo valorado en 5.000 millones de dólares, de los cuales 1.500 millones serían en efectivo y el resto en activos de una sociedad en la que Repsol sería minoritario.
Brufau mantiene su exigencia de pedir una indemnización de 10.500 millones de dólares por la expropiación del 51% de YPF y de defender tanto en los tribunales ordinarios como en el Ciadi los intereses de Repsol.
Álvaro Nadal le preparó un dossier a Rajoy para argumentar ante Peña Nieto lo arbitrario de la expropiación y la imposibilidad de llegar a un acuerdo con Kirchner
Desde que el consejo de Repsol fulminó la oferta que Lozoya y su amigo Miguel Galuccio, presidente de YPF, habían pergeñado juntos en Buenos Aires, se ha recrudecido el malestar de Pemex contra Brufau y su equipo.
Lozoya, como accionista de Repsol con el 9,4%, ha criticado la gestión del ejecutivo de Mollerusa: "Si comparas la evolución de Repsol, desde que el primer ejecutivo fue nombrado, con sus homólgos internacionales, es muy decepcionante". Además, ha amenazado con vender su participación en la española si no se desbloquea el problema con Argentina.
En esa misma línea se ha pronunciado el consejero de Pemex, Fluvio Ruiz Alarcón, que no sólo ha criticado la gestión de Brufau sino que además ha tirado por elevación al advertir que "los Estados nacionales deben saber cuáles son las políticas públicas que más les convienen a sus países", en clara alusión al Gobierno español.
Pemex ya intentó en 2011 desalojar a Brufau de la presidencia, en alianza con Luis del Rivero, presidente de Sacyr, cuando ésta controlaba un 20% de Repsol. La afrenta se saldó con la cabeza de Del Rivero, que fue obligado a abandonar el consejo de Repsol y la propia Sacyr. Entonces, Brufau firmó la paz con Pemex y se comprometió a poner en marcha proyectos e inversiones conjuntas con la mexicana, pero ninguno de ellos se ha puesto en marcha.