La principal accionista de FCC, Esther Koplowitz, negocia la incorporación de nuevos socios a su patrimonial B-1998, a través de la que aún mantiene la mayoría de los títulos del grupo constructor y de servicios. La empresaria busca así una fórmula para obtener ingresos y poder atender los compromisos adquiridos con sus acreedores, BBVA y Bankia, con los que apalabró a finales de 2013 la refinanciación de su deuda personal.
Una fórmula que, hasta hace no mucho tiempo, no era precisamente mágica. El dividendo que solía distribuir FCC era destinado por B-1998 al pago del servicio de la deuda. Sin embargo, éste es el segundo año que la compañía que ahora preside Esther Alcocer Koplowitz, primogénita de la máxima accionista, no remunera a sus socios debido a las notables pérdidas que está registrando como consecuencia de su proceso de saneamiento.
Y aun las previsiones más optimistas apuntan a otros dos ejercicios sin dividendos, hasta que no concluya de forma definitiva el proceso de racionalización en FCC.
Además, Esther Koplowitz no puede repetir la jugada del pasado ejercicio, es decir, deshacerse de parte de las acciones que posee B-1998 en FCC, si quiere mantener el control de la compañía, toda vez que después de esta venta, su participación ha quedado en el 50,1%. Un paso más y habrá perdido algo que considera un objetivo irrenunciable.
Diez años de núcleo duro
Casi diez años después de configurar un núcleo duro en torno a su participación en FCC, su máxima accionista, Esther Koplowitz, ha visto cómo se ha ido desmoronando hasta el punto de que de aquellos cuatro compañeros de viaje que ocuparon en el verano de 2004 el lugar de la francesa Veolia Environment, tan sólo queda Bodegas Faustino.
En 2007 fue Inversiones Ibersuizas la que abandonó el barco y tres años más tarde hizo lo propio la familia Peugeot. Ambas sumaban una participación de algo más del 15% en B-1998, que compró la propia Esther Koplowitz, que pasó a tener el 90% de su patrimonial.
A comienzos de 2014 se produjo la tercera baja, la de la familia Aguinaga aunque, en este caso, a través de una ejecución financiera de Caixabank, su acreedor, convertido ahora en inesperado y forzoso socio de Koplowitz en B-1998 pero sin pasar por caja.
La falta de dividendo ya provocó tensiones en la instrumental de la empresaria en 2013. La banca apretaba ante la caída del precio de las acciones de FCC, principal garantía para sostener la deuda de B-1998 y Koplowitz buscó fórmulas alternativas para atender sus necesidades financieras, que no pasaban precisamente por el apoyo de los socios que le quedaban y que tampoco atravesaban su mejor momento.
Pendiente de la refinanciación de FCC
De ahí que, finalmente, y en pleno proceso de refinanciación de B-1998, la empresaria optara por vender casi un 4% de FCC y lograr así dar un espaldarazo casi definitivo a la nueva estructura de deuda de su instrumental.
El otro impulso dependía de la espectacular refinanciación del grupo constructor, de casi 5.000 millones de euros, condición indispensable para que BBVA y Bankia dieran el visto bueno definitivo. Los bancos dieron dos meses de plazo a Koplowitz, que vencían a finales de febrero y, al no estar aun lista la refinanciación de FCC, extendieron el límite hasta el 1 de agosto.
El acuerdo de FCC con los cerca de 40 bancos acreedores se cerró el último día del mes de marzo, justo a tiempo para firmar las cuentas de la compañía, con lo que la última incertidumbre para Esther Koplowitz quedó vencida. Pero la nueva estructura financiera de B-1998 hay que seguir pagándola y para eso Koplowitz necesita un modelo que se parezca más al que tenía antes con Veolia Environment, es decir, uno o varios socios que posean casi la mitad de su patrimonial, siempre y cuando se asegure el control de la misma.
No obstante, la situación no es propicia para hacer ascos a ningún tipo de inversor. Sea financiero o industrial, será bienvenido mientras comprometa su vocación de permanencia y esté dispuesto a escribir una nueva etapa de la sociedad patrimonial que nació de un desencuentro empresarial, el de las hermanas Koplowitz en la por entonces recién creada Fomento de Construcciones y Contratas.