Isidro Fainé no aterrizó hace un año en Gas Natural Fenosa para ser un presidente más de la compañía ni tampoco para simplemente tutelar el cambio en la estructura accionarial del grupo, con la llegada del fondo GIP tras comprar sendas participaciones del 10% a los históricos accionistas La Caixa y Repsol. En los últimos doce meses, muchas cosas han cambiado en la compañía, muchas más de lo que pueda sugerir el ruido que ha hecho. Porque, sobre todo, el cambio ha sido de mentalidad, para pasar al ataque, crecer y convertirse en un campeón, ya no nacional sino europeo.
Lo cierto es que Gas Natural se está preparando para crecer a base de compras, volver a la senda de aquellas grandes operaciones que intentó a mediados de la pasada década y que culminaron finalmente con la adquisición de Unión Fenosa. Durante el primer año de la presidencia de Fainé, la compañía gasista se ha rearmado financieramente, con la venta del 20% de los puntos de suministro, que ha supuesto un ingreso de 1.500 millones de euros, y de su negocio de distribución en Italia, que está a punto de culminar y que puede suponer una entrada de cerca de 1.000 millones más.
El primer objetivo es la portuguesa EDP, una operación que está cumpliendo sus primeras fases, que en ningún caso se culminará a muy corto plazo, pero que está marcada en rojo en la hoja de ruta del presidente.
Pero en el sector tienen muy clara la respuesta a la pregunta de si Fainé se quedará ahí: "no". Un no muy rotundo. Para el siguiente paso, todas las miradas apuntan a Endesa, el viejo objeto de deseo que podría convertirse en realidad. En cualquier caso, las operaciones no son excluyentes. Si Gas Natural culminara la compra de EDP no se olvidaría en ningún caso de la compañía controlada por la italiana Enel. A ojos de Fainé, la adquisición de la portuguesa no es suficiente, sólo un primer paso.
Despertar al elefante dormido
Un cambio radical en una Gas Natural cuya gestión no ha sido especialmente discutida en los últimos años pero a la que el sector considera una especie de elefante dormido. La compra de Unión Fenosa, una compañía más dinámica, con menos rigidez, hizo albergar la esperanza de que Gas Natural se contagiara de ese espíritu. Pero vino a suceder justamente lo opuesto: la gasista no se dinamizó y la eléctrica gallega se impregnó del espíritu de su compradora.
En general, la gestión del tándem que formaron el recientemente fallecido Salvador Gabarró y el actual consejero delegado, Rafael Villaseca, sirvió para hacer de Gas Natural un destacado actor en España y que era capaz de asomarse al exterior. En este primer año al frente de la empresa, Fainé prepara el terreno para hacer una empresa mucho más grande y dominadora.
Para ello cuenta con el decidido apoyo de GIP, que tampoco llegó a Gas Natural, tras invertir algo más de 3.800 millones de euros, con la intención de limitarse a cortar el cupón del dividendo y acumular una modesta plusvalía (en el primer año estará en el entorno del 2%). La meta del fondo también es que el grupo sea mucho mayor cuando llegue la hora de hacer las maletas y deshacer la posición, aunque aún es pronto para eso.
La postura de Repsol, que mantiene un 10% en el capital, no es la misma. La petrolera es menos amiga de tanto movimiento en torno a su participada, un factor que siempre entraña riesgos para la cotización y, por lo tanto, para una posible nueva desinversión en el futuro. Uno de los desafíos de Fainé será, precisamente, buscar un equilibrio que contente a los principales socios de la gasista, siempre y cuando esa no impida llevar a cabo sus planes.
Más renovable, más internacional
Durante este primer año, Gas Natural también se ha hecho más renovable. Además de su activa participación en las dos grandes subastas celebradas en España, gracias a las que ha pasado de no tener apenas activos en el sector a acumular cerca de 1.000 megawatios, también ha potenciado su actividad en este ámbito en mercados como Australia y México. Además, también ha confirmado su apuesta por Latinoamérica, con presencia destacada en las seis principales economías de la región.
Precisamente, en Latinoamérica se encuentra uno de los grandes problemas a los que se ha enfrentado Fainé tras su llegada a la presidencia de Gas Natural. La situación de su distribuidora eléctrica en Colombia, Electricaribe, intervenida primero y liquidada después por el Gobierno local, provocó no pocos quebraderos de cabeza que han terminado en el tribunal internacional de arbitraje de Naciones Unidas (Uncitral), tras la imposibilidad de alcanzar un acuerdo con la Administración colombiana.
El otro punto complicado que se encontró Fainé casi nada más llegar a la compañía fue la muerte de la anciana por el incendio generado en su casa por las velas que tenía que utilizar porque Gas Natural había cortado el suministro eléctrico por impago. Una circunstancia que ha hecho que la empresa intensifique el trabajo con las Administraciones Públicas respecto a la firma de convenios para la protección de personas en situación de vulnerabilidad.
A ello se suma otro de los aspectos que ha cambiado con la llegada de Fainé: el creciente protagonismo de la fundación, que ha pasado a tener un papel importante dentro del grupo.