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FCC: de las alcantarillas de Barcelona al tesoro español de una fortuna mundial

Hace algo más de dos años, el magnate mexicano Carlos Slim, propietario de una de las diez grandes fortunas del mundo, tomó el control de FCC y marcó el último punto de inflexión de un grupo cuyos orígenes se remontan a los albores del siglo pasado.

  • Carlos Slim tomó el control de un grupo cuyo origen se remonta a 1900

Quién iba a decir a un grupo de selectos empresarios catalanes que la pequeña compañía que fundaron justo en el paso del siglo XIX al XX iba a terminar formando parte del imperio de una de las mayores fortunas del mundo. La toma de control de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) por parte del magnate mexicano Carlos Slim ha sido, por el momento, el último episodio de un grupo centenario y pionero en algunas estrategias tan comunes hoy en día como la diversificación.

A mediados de 1900, un grupo de empresario familiares radicados en Barcelona fundaron Fomento de Obras y Construcciones (Focsa), germen de la actual FCC, cuyos primeros trabajos tuvieron como principal escenario el Puerto de la Ciudad Condal. El primer episodio que cambiaría para siempre el rumbo de la empresa fue la adjudicación de la limpieza y conservación del alcantarillado de Barcelona, en 1911. Un contrato que unirá prácticamente de por vida a la compañía con la capital catalana y que suponía la entrada de una constructora en el sector de los servicios urbanos. Dos años después, su primer contrato en Madrid también está relacionado con el mantenimiento del subsuelo.

En paralelo en el tiempo con estos primeros hitos de Focsa, nacía en territorio por aquel entonces alemán Ernst Koplowitz, uno de los nombres claves para entender la historia de FCC. Ingeniero de formación, Koplowitz recorrió varios países de Europa en el periodo de entreguerras, incluido España, donde no tardó en asentarse, aprender el idioma y lograr empleo en la multinacional de electrodomésticos AEG. Los conflictos bélicos marcarán su camino. Huyendo de la Guerra Civil se instalará en París y ante la inminente llegada de las tropas alemanas a la capital francesa volverá a un Madrid arrasado por los efectos de la lucha armada.

Pero Koplowitz vio en esta situación una oportunidad. Poco después de su fundación, adquirió el control de Construcciones y Reparaciones, origen de la posterior Construcciones y Contratas. Para entonces, ya había contraído matrimonio con la heredera del marquesado de Cárdenas, Esther Romero de Juseu.

Trágico punto de inflexión

Mientras Focsa sigue abriéndose camino en la construcción, especialmente gracias a los contratos para ampliar los metros de Madrid y Barcelona, Construcciones y Reparaciones comienza a crecer de forma notable, con adjudicaciones en los años 50 para la construcción de carreteras y también para la base militar que los estadounidenses establecieron en Torrejón de Ardoz. Al mismo tiempo, Ernst Koplowitz comenzó a mirar hacia Latinoamérica para expandir sus negocios.

El siguiente hito que marcará la historia de FCC se produjo en 1962. Ernst Koplowitz falleció en un trágico accidente mientras practicaba uno de sus deportes favoritos: la equitación. Aparece por entonces una figura que resultaría fundamental para el futuro del grupo: Ramón Areces, fundador de El Corte Inglés. Viejo y gran amigo de la familia, Areces toma las riendas del consejo de administración de Construcciones y Reparaciones, dado que la viuda de Koplowitz no se siente capacitada para hacerlo y las hijas del matrimonio, Alicia y Esther ni siquiera han alcanzado la mayoría de edad.

Junto con otros ejecutivos de El Corte Inglés, Areces asume la gestión de la compañía, que levantará en los años 60 y 70 más de una docena de los centros comerciales de la cadena.

Matrimonios empresariales... y otros

Treinta años después de la desaparición de Ernst Koplowitz, los caminos de Focsa y Construcciones y Contratas se unen para siempre. En 1992, ésta última se hace con el control de aquélla y ambas se fusionan ya bajo el nombre actual de Fomento de Construcciones y Contratas. Para la antigua Construcciones y Reparaciones, la operación supone, además, ser alumbrada por los focos de la bolsa, dado que Focsa era cotizada.

Por entonces, las hermanas Esther y Alicia Koplowitz controlan algo más de la mitad del capital de la nueva sociedad y constituyen todo un soplo de aire fresco en un mundo empresarial tradicionalmente controlado por hombres. Sus respectivos matrimonios con los financieros Alberto Alcocer y Alberto Cortina añadieron una singularidad que hizo que su caso particular fuera del dominio de los españoles.

Seis años después, los caminos empresariales de las dos hermanas se separan. Mientras que Esther prefiere seguir controlando la propiedad del grupo y prolongar así la obra de su padre, Alicia opta por iniciar por su cuenta una carrera de inversora que ha prolongado hasta el día de hoy con indudable éxito. Esther compra a su hermana la mitad del paquete familiar en la compañía y se convierte así en la accionista mayoritaria de FCC aunque, casi de inmediato, venderá de nuevo esa parte a la francesa Compagnie Générale des Eaux, que acababa por entonces de cambiar su nombre por el de Vivendi.

La última crisis

Mientras FCC se expande por el mundo entero y se convierte en una referencia del sector en el plano internacional, Esther comparte la sociedad familiar con varios socios. Cuando Vivendi decide hacer caja, llegan Ibersuizas y la familia Peugeot y posteriormente los propietarios de las Bodegas Faustino y los Aguinaga.

Una estabilidad complicada y que se complica aún más cuando llega la crisis. Durante los años del boom, FCC sale de compras por Europa para expandir su negocio pero la digestión de las operaciones se hace imposible por la depresión. La situación hace que el consejo de la compañía decida suspender el dividendo debido a las pérdidas que registra por su obligado saneamiento.

La medida deja sin ingresos recurrentes a Esther Koplowitz, cuyo imperio empieza a derribarse al no poder hacer frente al servicio de la deuda con sus acreedores. Es entonces cuando aparece la figura de Carlos Slim para evitar males mayores. Desde 2014, el magnate mexicano ha invertido cerca de 2.000 millones de euros en el grupo, hasta hacerse con el control de más del 60% del capital.

Las ampliaciones acordadas para reforzar la compañía han diluido el peso de Esther Koplowitz hasta quedar en apenas un 22% del grupo. Tras casi 120 años y mil y un avatares, el sueño de un puñado de empresarios barceloneses lo continuará un empresario tan poderoso que hasta es capaz de salir en defensa de su país contra los ataques del dueño del mundo.

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