Juan Béjar, designado para ser el hombre fuerte en FCC en sustitución de Baldomero Falcones, ha exigido tener plenos poderes en el grupo de construcción y servicios. Lejos de ser baladí, la cuestión ha subido la tensión en el seno de la compañía, hasta el punto de retrasar un nombramiento que debería haberse producido ya teniendo en cuenta que el resto de las cuestiones claves están resueltas.
En principio, el relevo iba a articularse en un consejo extraordinario hace dos semanas, dada la importancia del cargo, aunque no llegó a convocarse. Después de que la semana pasada tampoco hubiera novedad al respecto se apuntaba la fecha de hoy para que finalmente se hiciera oficial el nombramiento de Béjar como primer ejecutivo, toda vez que el consejo de FCC celebra habitualmente sus reuniones ordinarias el último jueves de cada mes.
La reunión de hoy estuvo también en el aire, hasta el punto de que a media tarde de ayer no había oficialmente convocatoria de consejo. El punto que queda por resolver no tiene que ver con las condiciones de la marcha de Falcones, ya acordadas hace unos días, ni tampoco con el candidato sino con la petición de éste de gozar de plenos poderes en la compañía.
Un factor muy a tener en cuenta ya que se avecina un ejercicio complicado para FCC, con vencimientos significativos de deuda por valor de algo más de 1.000 millones de euros, además de la resaca de un 2012 especialmente difícil, que concluyó con la eliminación del dividendo a cuenta de los resultados y unas cuentas que incluso podría arrojar número rojos.
Koplowitz entra en escena
Este planteamiento podría chocar con la intención de Esther Koplowitz de asumir personalmente la presidencia no ejecutiva del grupo constructor y de servicios. Como informó Vozpópuli, la empresaria, que actualmente ocupa una de las vicepresidencias del grupo como representante de una de sus sociedades instrumentales, decidió dar un paso adelante precisamente a causa del escenario tan complicado con el que se encuentra la empresa al estimar que es el momento para dar la cara.
Aunque no parece tan sencillo compatibilizar la estrategia de la principal accionista de la compañía con las herramientas que necesita el futuro primer ejecutivo para llevar a cabo su labor, que probablemente pase por tomar una serie de decisiones delicadas, todo apunta a que Koplowitz será finalmente la nueva presidenta no ejecutiva del grupo.
Actualmente, FCC debe poner remedio a problemas relacionados con su filial cementera Portland, toda una apuesta personal de Koplowitz que, a comienzos de la pasada década, ya le costó un desencuentro con la que entonces era su socia en la constructora, la francesa Veolia Environment, a consecuencia de la operación de compra de Valderrivas. Poco después, la empresa gala vendía su participación en FCC, eso sí, con jugosas plusvalías.
Efectos en la cotización
Otro punto delicado es su filial austriaca Alpine, que Koplowitz decidió adquirir en 2006 junto con la británica de gestión de residuos WRG para dotar a la compañía de una mayor visión internacional. Alpine negocia actualmente con la banca la refinanciación de su creciente deuda, poco después de tener que prescindir de su principal ejecutivo.
Estas dudas se están reflejando en la cotización de FCC que, paradójicamente, reaccionó de forma muy positiva cuando los medios de comunicación publicaron el relevo de Falcones por Béjar. Aquel día, los títulos de la constructora subieron un 5,8%. Sin embargo, desde entonces FCC ha perdido más de un 12% en tres semanas, un comportamiento mucho peor que el del Ibex-35 en ese mismo periodo, que apenas se ha dejado un 1,4%.