Muchas de las dudas que generaba el proceso de mediación en el conflicto laboral de Iberia se despejaron en la tarde del pasado domingo, cuando su matriz, el holding IAG, comunicaba su decisión de aceptar la propuesta presentada por Gregorio Tudela. Determinados contenidos de la oferta, sobre todo la reducción del número de despidos y su tramitación a través del ERE en vigor, estaban al otro lado de las líneas rojas que IAG se había resistido en repetidas ocasiones a cruzar.
Pero de entonces a ahora ha habido modificaciones en el escenario que han hecho que las circunstancias cambien. En especial, la huelga convocada por la mayoría de los sindicatos presentes en Iberia a la que se unieron incluso los pilotos a partir de la segunda semana. En total, diez días de paros con sus 24 horas, que han ocasionado un fuerte agujero en las cuentas de Iberia. Los primeros balances hablan de cifras de entre 40 y 45 millones de euros.
Demasiado, y mucho más para una compañía cuyos males pasan, precisamente, por sus pérdidas, que han provocado el diseño de una nueva estrategia para volver a ser rentable, cuyo contenido ha puesto en pie de guerra a sus trabajadores. Y aún restan cinco días de paro, de lunes a viernes de la próxima semana, que Iberia se ahorrará si finalmente se ratifica el 'sí' a la propuesta de Tudela el próximo miércoles.
IAG ha optado por detener momentáneamente la sangría de pérdidas que las huelgas están causando en Iberia y dar una oportunidad a la negociación. En el seno del holding siguen sin ver cómo llevar a cabo el ajuste que pretenden en Iberia con el coste que supone hacerlo con la legislación laboral anterior pero, vistas las circunstancias, prefieren desbloquear la actual situación y replantearse su estrategia.
Los resultados, punto de inflexión
Entre otras cuestiones, porque el holding que agrupa a Iberia con su socio British Airways también ha visto como a este escenario se sumaban con fuerza las presiones del Gobierno, especialmente del Ministerio de Fomento. IAG quedó en una situación de debilidad cuando presentó sus cuentas anuales. Las pérdidas cercanas a los 1.000 millones de euros no estaban provocadas únicamente por los números rojos registrados por Iberia.
La delicada situación del fondo de pensiones de los empleados de British Airways, cuyo elevadísimo déficit ya fue todo un caballo de batalla a la hora de diseñar la fusión, ha quedado una vez más al descubierto. De ahí que IAG quisiera tener todo resuelto antes de que se conocieran sus cuentas anuales.
Cierto es que el déficit del fondo se ha recortado respecto al último ejercicio pero sigue en cotas insostenibles, por encima de los 2.100 millones de libras, un capítulo en el que poco o nada tiene que ver Iberia (en todo caso, a favor del recorte de dicho déficit, aspecto que la aerolínea española ha negado sistemáticamente).
Echar el resto con la mediación
El Ministerio de Fomento ha aprovechado esta situación para elevar su presión sobre el holding. A fin de cuentas, el proceso de mediación que la ministra, Ana Pastor, puso en marcha es prácticamente la última bala que le queda en la recámara para tratar de solventar el conflicto.
El último recurso, imponer un arbitraje forzoso en virtud de su condición de regulador del sector aéreo español, resulta demasiado complejo, según se ha desprendido de las consultas realizadas con la Abogacía del Estado y, además, podría toparse con la oposición de la Comisión Europea, donde IAG ya lleva tiempo haciendo labor de lobby por lo que pudiera pasar.