El fondo Anchorage, principal acreedor de la empresa química catalana La Seda, presentó este martes ante la juez que lleva el concurso de acreedores de la empresa su plan de salvamento, que pasa por el mantenimiento de toda la actividad de La Seda. A principio de año, la compañía entró en causa de disolución, al no superar el concurso.
Así lo aseguran fuentes cercanas a la operación, que insisten en que si la jueza Yolanda Ríos da luz verde a la nueva propuesta, el grupo podrá operar con normalidad y eliminarse la mayoría de la deuda. Asimismo, está prevista una aportación adicional de 40 millones de euros en capital, siempre de acuerdo con las fuentes de mercado consultadas, que añaden que así se podrá mantener la sede del grupo en Barcelona. Garantizan, de la misma manera, el empleo y ofrecen garantías de pago a empleados y proveedores
Conviene recordar que el actual ejercicio ha comenzado con la solicitud de liquidación del grupo, toda vez que su accionista principal, los portugueses de BA Vidro, no han logrado el apoyo suficiente para formalizar su propuesta anticipada de convenio de La Seda.
Credit Suisse, HSBC...
Por el contrario, Anchorage se apalanca sobre el respaldo de los bancos. Conforme la documentación entregada al juez, Credit Suisse, HSBC y Anchorage han presentado un acuerdo de conciliación que cuenta con el apoyo de más del 50% de los acreedores financieros y no financieros de La Seda (incluidos, entre otros, Deutsche Bank y el ICF).
Este grupo de acreedores respalda el plan de viabilidad para La Seda que podría implementarse con carácter inmediato si el juez y el administrador concursal suspenden la liquidación.
El caso es que en La Seda ha habido en los últimos tiempos una enorme controversia entre BA Vidro y Anchorage, con cambios de control en la compañía y bloqueos a planes de salvamento alternativos incluidos. Ambos grupos se han acusado mutuamente de falsos planes de salvamento, que lo que enmascaraban era un deseo de troceamiento del grupo.
Una situación de complicado desenlace y que ha llegado a desesperar literalmente a inversores, supervisores, bancos acreedores, etcétera.