Repsol es consciente de que el asunto de las participaciones preferentes se ha convertido en un "problema social", en expresión de su director financiero, Miguel Martínez, que, como se esperaba, ha dado pistas este jueves sobre la estrategia que seguirá la petrolera para dar una salida a los cerca de 3.000 millones de deuda subordinada que actualmente tiene en circulación.
La prioridad, dijo Martínez, es encontrar una fórmula de canje que no implique la dilución de los accionistas de la petrolera. Las vías son dos: el 5% de autocartera procedente del paquete de la constructora Sacyr que la petrolera rescató tras su ejecución por parte de los acreedores de la constructora, en diciembre del año pasado, y la emisión de bonos a diez años, que, como recordó Martínez, son "líquidos" (se pueden vender con facilidad en el mercado, a diferencia de las preferentes).
"No convertiremos ninguna parte de estas acciones en nuevo capital para que no sean dilutivas", explicó Martínez a los analistas, durante la conferencia para explicar los resultados trimestrales de la petrolera.
En el canje influye la presión de las entidades financieras que colocaron las preferentes
La operación está supeditada al éxito de la venta del negocio de gas natural licuado (GNL), que está en su fase final y que la compañía prevé cerrar el próximo mes de enero. Y en ella ha influido, además del estigma que rodea a estos productos (pese a que las preferentes de Repsol están pagando su cupón con total normalidad), la presión de las entidades financieras que las colocaron a través de su red comercial. Las preferentes de Repsol cotizan actualmente con un descuento superior al 30% con respecto a su valor nominal. Repsol emulará así a Telefónica, que la semana pasada aprobó canjear sus preferentes por importe de 2.000 millones por bonos a diez años y acciones propias.
El buen resultado de la actividad de refino es una de las cuestiones que más interés ha suscitado entre los analistas. En el tercer trimestre, en plena ofensiva del ministro de Industria, José Manuel Soria, para forzar un abaratamiento de los carburantes en España (esta empezó en septiembre, aunque no ha dado frutos hasta el mes pasado), esta actividad, que hace un año registraba pérdidas, multiplicó por 2,5 su margen, hasta 4,8 dólares por barril, gracias, en buena medida, a la ampliación de la refinería de Cartagena. Según Martínez, en octubre esa variable fue sensiblemente inferior y se situó en torno a 2,2 dólares por barril.