El salto al Ibex-35 le llegó con 69 años. Pero Salvador Gabarró nunca se lo tomó como un retiro dorado. Poco antes de su aterrizaje en Gas Natural, la compañía había intentado en vano hacerse con Iberdrola, en busca de una gran fusión en el mercado energético español que llevaba intentándose desde comienzos de siglo. Tras otra tentativa fallida sobre Endesa, acabó lográndolo con Unión Fenosa. Y llevó las riendas del grupo resultante durante siete años, en los que fue capaz no sólo de digerir la operación en una época complicada sino también de aportarle valor.
Y todo ello con un talante que poco tiene que ver con el del prototipo de ejecutivo agresivo. Quienes conocieron a Gabarró destacan su carácter abierto, conciliador y amable, complicado de exhibir cuando se llevan a cabo operaciones valoradas en más de 23.000 millones de euros, como fue aquella. Una cifra que, hoy en día, permitiría controlar prácticamente cualquier compañía española cotizada.
Gabarró formó parte de esa elite empresarial catalana de los "hombres de Fainé". Vinculado históricamente a La Caixa, sustituyó en la presidencia de Gas Natural a Antonio Brufau, otro hombre de Fainé. Y después fue relevado por el propio Fainé. Estuvo en el ojo del huracán cuando al abordar la operación de compra de Endesa, considerada como una maniobra con tintes políticos al margen de lo económico o empresarial, pronunció la famosa frase de "hemos puesto la semillita que dará sus frutos en nueve meses".
No los dio porque sobre Endesa se desató una tormenta que terminó por dejar a Gas Natural fuera y a su competidora en manos de la italiana Enel. Pero no tardó en fijar otro objetivo e ir a por él, en este caso de forma positiva.
La suave transición en Fenosa
Eso sí, lideró con una sorprendente mano izquierda una operación tan complicada como la fusión entre Gas Natural y Unión Fenosa, en la que representó de manera admirable el papel de ‘poli bueno’. Protagonizó una transición suave, tras relevar a Pedro López Jiménez de la presidencia de la eléctrica gallega, después de que el grupo con sede en Barcelona adquiriera la participación del 45% en manos de ACS.
Siempre defendió la idea de que había que conocer muy bien aquello que se compraba. Tras tomar el control de Fenosa, viajó de forma constante para conocer personalmente todas y cada una de las instalaciones y activos de la empresa; fue por eso por lo que justificó el elevado precio que Gas Natural pagó. Y también por lo que mantuvo en su puesto, hasta la fusión, a Honorato López Isla, consejero delegado de la compañía adquirida.
Después, Gabarró tuvo la difícil papeleta de digerir la operación cuando la crisis comenzaba a arreciar con una fuerza nunca vista antes. Para eso se vio obligado a deshacerse de activos, muchos de ellos de Fenosa, aunque conservó los valiosos contratos de gas de Omán, con la planta de licuefacción de Qalhat, y Egipto, con la planta de Damietta.
"Fue el alma del crecimiento y la consolidación internacional de la compañía", aseguró Fainé, tras conocer el fallecimiento de Gabarró, este viernes en Barcelona, a los 81 años de edad. Tras desarrollar prácticamente toda su carrera en Roca Radiadores, de la que fue gerente durante más de 25 años, se jubiló en 2000, al cumplir los 65. El mundo de la empresa le dio una segunda oportunidad que supo aprovechar como nadie.