“La conexión del AVE reafirma a Catalunya como eje de comunicación entre Francia y España. Asistimos a un auténtico logro histórico en materia de interconexiones hispano-francesas”. Para tratarse de una iniciativa que permite ahorrar exactamente media hora en el trayecto París-Barcelona, Mariano Rajoy podía haber elegido unas palabras menos solemnes la semana pasada. Pero la alta velocidad es un asunto absolutamente político, pese a la cantidad de dinero derrochado en España para líneas que muchas veces son ruinosas. De hecho, la red de AVE española es más grande que la francesa (3.000 kilómetros frente a 2.000) y prevé seguir expandiéndose.
Francia no. El gabinete de François Hollande, contrariamente al de Rajoy, ya avisó este verano de que la construcción de vías de alta velocidad se detendrá durante un buen puñado de años. Una decisión que afecta, y mucho, a la línea París-Barcelona (Fomento ya se ha apresurado a hablar de Madrid-Barcelona-París). A partir del 15 de diciembre, se podrá ir de una ciudad a otra en seis horas y 25 minutos y seis horas y 33 minutos (dependiendo del sentido) frente a las siete que se tardaban antes con el cambio obligado en Figueres por el distinto ancho de vía de los dos países. Una mejora de prestaciones que no tiene demasiado atractivo, aunque Renfe y SNCF prevén un millón de pasajeros en 2014.
Trayecto sin ‘sex appeal’
Tardará el trayecto en tener sex appeal: El Elíseo ha aprobado recientemente el Informe Duron, que apuesta por aparcar toda la inversión prevista en prolongar la alta velocidad y mantener y mejorar lo que ya hay. La parálisis durará hasta 2030 y afectará a las obras entre Nîmes y Perpiñán, la ciudad francesa más próxima a Barcelona. Tan solo un tramo, el Nîmes-Montpellier, será terminado en 2017, aunque es muy posible que su apertura se retrase, según se puede leer en la prensa francesa. Toda la Côte d’Azur seguirá sin TGV.
Mientras París se apea de la carrera por competir en longitud de vías, España, metida en la crisis económica hasta el tuétano, contempla acercar el AVE a todas las capitales de provincia en 2024. Probablemente, se trata de una elucubración utópica de Fomento, pero lo cierto es que nadie ha modificado o rebajado la pretensión, plasmada en el Plan de Infraestructuras y Transporte que el ministerio de Ana Pastor presentó el año pasado.
Fuentes de Renfe comentan una ventaja de este tren directo, cuyo servicio será prestado por diez trenes TGV Duplex Dasye y por diez AVE S-100 (parecidos a los que se fletaron para la primera línea Madrid-Sevilla). Se beneficiarán más los que quieran ir o venir de Lyon (algo menos de cinco horas), Toulouse, Marsella (tres horas en ambos casos) u otras como Narbona. Es ahí, y no solo en París, donde el operador confía en remontar algo, debido a la duración más corta y al hecho de poder viajar sin tener que cambiar de tren.