Las próximas vacaciones de verano serán las más caras de los últimos cuatro años a la hora de llenar el depósito. Los precios del petróleo han alcanzado estos días sus máximos desde finales de 2015 y no hay indicios que apunten a que vayan a moderarse en las próximas semanas, pese a que los países de la OPEP e importantes productores al margen del cártel como Rusia hayan manifestado su intención de elevar la producción. El efecto se traslada a los surtidores de toda España, en los que llenar el depósito costará este verano unos nueve euros más que en 2017.
Pero no sólo eso. Desde el verano de 2014 no se daba un periodo vacacional tan caro para aquellos que emplean el vehículo privado para sus desplazamientos. Por entonces, la cotización del crudo se encontraba en una espiral alcista que parecía no tener fin y que llevó el barril por encima de los 130 dólares, costas nunca vistas anteriormente.
De hecho, en julio de 2014, el precio de la gasolina era casi un 7% superior al registrado en los últimos días. En aquel mes, el litro de gasolina sin plomo de 98 octanos rozó la cota de 1,60 euros, sus máximos históricos. En lo que va de julio de este año, los precios de este combustible se han situado en el entorno de 1,47 euros por litro.
La escalada alcista de los combustibles está directamente relacionada con el comportamiento de los mercados de materias primas. El petróleo no ha dejado de subir desde que hace algo menos de dos años los países de la OPEP alcanzaran un acuerdo para el recorte de la producción, con el fin de alentar una recuperación de precios vital para los principales productores, cuyas economías estaban siendo muy penalizadas por el desplome sufrido por crudo entre 2014 y 2016.
Un acuerdo histórico
Una caída vertiginosa que también ponía en peligro las inversiones en el sector debido al dramático estrechamiento de los márgenes. La situación derivó en un pacto que fue histórico no tanto por la decisión sino por el hecho de que todos los miembros del cártel la respetaran, al contrario de lo acontecido frecuentemente en otras ocasiones, en función de los intereses de cada uno.
En sus sucesivas reuniones, la OPEP mantuvo el compromiso, un hecho que ha rescatado al barril desde las cotas por debajo de 30 dólares a las que llegó a cotizar en 2016 hasta aquellas superiores a los 75 dólares en las que fluctúa actualmente.
El mercado esperaba una reacción a la baja cuando algunos productores, entre ellos Arabia Saudí y Rusia, manifestaron su intención de comenzar a elevar de forma paulatina la producción, lo que, teóricamente, provocaría una moderación en los precios del barril.
Sin embargo, ese efecto aún no se ha dejado sentir. Además del efecto en los precios, el incremento de la producción también estaría encaminado a compensar la menor actividad en importantes productores como Venezuela y Libia. Sin embargo, el efecto de un posible incremento en el ritmo de bombeo se ha visto compensado por factores como la tensión que ha introducido en el mercado los planes del presidente de EEUU, Donald Trump, para retomar las sanciones contra Irán (incluidas las de la exportación de petróleo) para fin de año.
Mayor demanda
También el mercado se está viendo en parte sorprendido por un incremento de demanda que impide un cambio de tendencia señalado en la curva de precios. Precisamente, el propio Trump se ha pronunciado en reiteradas ocasiones contra la subida de precios del crudo y ha acusado a la OPEP de estar detrás de este movimiento.
Todos estos movimientos han provocado el encarecimiento de la gasolina, alimentada en estas semanas por el incremento de la demanda ante el aluvión de desplazamientos que se van a producir como consecuencia de las vacaciones de verano.
No obstante, el escenario puede agravarse para el año que viene si finalmente el Gobierno ejecuta sus planes de elevar los impuestos sobre los hidrocarburos, especialmente el gasóleo. Al fin y al cabo, aproximadamente un 60% de lo que el consumidor paga en los surtidores está relacionado con la fiscalidad.