Los empresarios están enfadados con la ministra de Empleo, Fátima Báñez. Y la gota que ha colmado el vaso ha sido la ampliación de la enmienda Telefónica a las empresas de 100 o más trabajadores.
Ésta se aprobó para evitar que una compañía con beneficios millonarios financiase prejubilaciones de lujo a costa del erario público.
De ordinario, la banca y grandes compañías despedían a los mayores de 50 aprovechando que el Estado pagaba el paro, la cotización de su futura pensión y la jubilación anticipada. Y a esas cantidades que percibía el trabajador despedido se le añadían unas compensaciones del bolsillo de la empresa para que el exempleado se quedase con una paga elevada.
Sin embargo, el Gobierno socialista se enfureció el día que Telefónica anunció a la vez beneficios de 10.000 millones de euros y el despido de miles de empleados bajo estas condiciones. Así que el Ejecutivo de Zapatero estableció la enmienda Telefónica. Ésta obligaba a las empresas con beneficios a abonar las prestaciones por desempleo, los subsidios de paro (una vez acabada la prestación) y las cotizaciones de los despedidos mayores de 50 años. Y sólo se ceñía a las grandes compañías.
Pero ahora Báñez la ha extendido a la mediana empresa con efecto retroactivo hasta el 27 de abril de 2011. Y eso ha causado un enorme descontento en el empresariado. “Es una locura”, comenta uno de ellos.
Imaginemos un caso hoy muy habitual: una empresa con beneficios y más de cien trabajadores pierde un contrato importante y precisa reducir su tamaño para sobrevivir. El despido de los mayores de 50 años le costará cuatro o cinco veces más al tener que sufragar la prestación por desempleo, el subsidio de paro y las cotizaciones. Tendrá que hipotecarse o echar a los menores de 50. En la misma memoria económica se dice que el Estado podría ingresar unos 1.000 millones gracias a este cambio legislativo.
Y en el caso de que una compañía quiera contratar jamás fichará a alguien que ronde esa edad por si más tarde lo tiene que echar. Se pone un cartel de viejo y encima caro sobre cualquier empleado que frise la cincuentena. “Es una barbaridad. Por intentar solventar un problema están pervirtiendo la realidad y creando situaciones mucho peores”, comenta un experto consultado.
Además, si una empresa ha llevado a cabo un ERE de suspensión temporal y lo convierte finalmente en una extinción del contrato, a partir de ahora tendrá que abonar todo la prestación por desempleo usada hasta dejar el contador del trabajador a cero. Otra medida que no gusta a los empresarios. “Se penaliza a los que han intentando mantener el empleo”, aseguran.
Y la lista de agravios continúa. El empresariado se queja de que el descuelgue de los convenios resulta todavía demasiado complicado; de que no se facilita la contratación y de que se han encarecido los costes laborales. “Si le preguntas a cualquier empresario qué ha hecho esta reforma laboral por ellos, te dirán que muy poquito”, comentan fuentes patronales.
Lo peor ha sido la supresión de las bonificaciones y el encarecimiento de las cotizaciones. “Se contrata personal de acuerdo a unas reglas y éstas se cambian a mitad de partido”, lamenta un directivo. Según números de la CEOE, los costes laborales han subido un 2 por ciento de media.
“Creíamos que este Ministerio iba a hacer muchas más cosas, pero se ha quedado a la mitad y encima el desarrollo de la reforma laboral no es práctico”, explica el dueño de un grupo industrial.
“Están convencidos de que la reforma es brillante y equilibrada, y que funcionará en cuanto la economía mejore. Sin embargo, es bastante cortita, en la tónica de un Gobierno conservador que ha preferido ajustar por la vía del IRPF, IVA y Sociedades en lugar de recortar el tamaño del Estado”, declara un dirigente empresarial.
Los empresarios también alertan de que tendrán que despedir a muchos trabajadores temporales porque en enero se acaba la suspensión del límite al encadenamiento de contratos temporales, de modo que tendrán que hacer fijos a los que lleven mucho tiempo contratados.
Muchos personajes de la órbita empresarial reprochan a la titular de Empleo que se ha refugiado en el Ministerio y no sale a la calle a fajarse y discutir las medidas. “Báñez se ha enclaustrado rodeada de un equipo académico y poco apegado a la realidad empresarial. Ni siquiera salió a los medios a vender la reforma. Pertenece al banquillo de Génova, no ha hecho otra cosa y el cargo le viene grande”, sostiene un empresario.