Las medidas adoptadas por el BCE para incentivar el crédito definitivamente han sorprendido a los inversores por la contundencia e incluso la anticipación de algunas que se preveía pondría en marcha el organismo supervisor más adelante. La rebaja del tipo de interés al cero por ciento y la ampliación de la tasa de depósito al -0,4% eran más o menos esperadas. Pero lo que más ha sorprendido a las gestoras ha sido la ampliación del programa de compras mensuales hasta los 80.000 millones de euros, incluyendo bonos corporativos con grado de inversión de empresas no financieras, y la adopción de cuatro programas de financiación a largo plazo que servirá para prestar dinero a los bancos en función de su volumen de créditos e incluso pagarles un interés por acceder a estos TLTRO, sus siglas en inglés.
La presión que han soportado las entidades financieras europeas, sobre todo las alemanas y las italianas, y la enorme volatilidad de los mercados en este comienzo de año han llevado al organismo presidido por Mario Draghi a gastar todas las balas que le quedaban en la recámara para disipar las dudas que pudiera haber sobre la viabilidad del sector financiero e intentar que el crédito fluya definitivamente a la economía real. La rebaja de sus previsiones de crecimiento y de los datos de inflación para los próximos años no dibujan un panorama muy halagüeño. Pero el mensaje que parece lanzar el BCE a los inversores es que la liquidez seguirá inundando los mercados de manera constante. La gran pregunta es hasta cuándo y a cambio de qué.
“Aparentemente el BCE ha logrado encontrar el justo equilibrio al evitar añadir más presión a un sistema bancario ya debilitado, a la vez que ha reconfortado a la economía en general. Al superar las expectativas del mercado, las medidas del BCE deberían apuntalar la confianza, contribuir a un incremento de la concesión de préstamos y a aumentar las perspectivas de inflación. Si bien Mario Draghi no lo reconocerá públicamente, el Banco Central Europeo tendría que ser consciente de que está llegando al límite efectivo de lo que puede hacer para respaldar la economía. Y también es necesaria la aplicación de reformas estructurales y medidas presupuestarias” por parte de los gobiernos, asegura Stefan Isaacs, adjunto del equipo de renta fija de M&G Investments.
“El BCE tiene que implementar medidas tan drásticas porque el miedo a la deflación está creciendo y el crecimiento en la zona del euro es tímido. Esta última jugada del banco central no cambia nuestra previsión porque demuestra que la confianza es baja y que se necesitan medicinas cada vez más fuertes para tratar de restaurarla. Preferiríamos ver acciones para impulsar la inversión y la innovación a través de medidas presupuestarias”, opina también Jean- Sylvain Perrig, director de inversiones de UBP.
Esta petición de los gestores de una mayor adopción de políticas fiscales por parte de los gobiernos para acompañar la expansión monetaria emprendida por Draghi es generalizada, a la vista de que por más munición que emplee el BCE para reactivar la economía, ésta parece no despegar únicamente inundando el mercado de liquidez. El temor ahora es que se reproduzca en el mercado de bonos corporativos lo que ha ocurrido con la deuda pública de varios países, que se cree una burbuja con un estrechamiento de los diferenciales. Y el fantasma de Japón planea sobre el Viejo Continente.
"Desde que el Banco de Japón introdujo tipos de interés negativos mediante la adopción de un sistema de tres niveles a principios de año, los inversores europeos estaban preocupados con la posible adopción de un esquema similar que comprimiría aún más los márgenes netos de interés para los bancos europeos, impactando así sus beneficios pero también su capacidad de incrementar la concesión de préstamos y asumir riesgos. Sin embargo, mediante la nueva serie de LTROs los bancos básicamente van a verse subsidiados para prestar. Esto es muy positivo para el sector bancario, que ha estado sobrevendido y bajo presión en los últimos meses", explica George Efstathopoulos, gestor de fondos multiactivos en Fidelity International.
"El nuevo programa TLTRO II es probable que vaya a tener mayor impacto porque puede incentivar realmente a los bancos a conceder financiación más barata de lo que ellos la obtienen del banco central. La decisión de comprar bonos corporativos no financieros podría ser una medida interesante, pero no sabemos exactamente qué es lo que comprarán y qué cantidad. El riesgo es que el BCE decida comprar menos de los que el mercado espera actualmente", señala Patrick O’Donnell, gestor de Aberdeen Asset Management.
En definitiva, más madera para un fuego que no termina de avivar la economía pero sin el cual no se podría conseguir el calor necesario para 'sobrevivir'.